domingo, 25 de noviembre de 2007

Desert Island Disc


Hace unos días alguien dijo que la primera vez que me vio le di la impresión de considerar inferiores a todos mis semejantes. Y la verdad, empiezo a considerar tal afirmación como cierta. Ya no es que me crea superior, sino que me considero normal. Y hoy en día es decir mucho, créanme. La gente está llegando a límites insospechados en su rareza.

Últimamente tengo la oportunidad de conocer a unos especímenes la mar de curiosos. Y gracias a ellos mi cara de póker está alcanzando unas cotas de perfección insospechadas.

Una de mis compañeras del curso de diseño, siempre admirada porque el hecho de que yo tenga un blog y un myspace (he de decir que somos compañeras de un curso de diseño web, lo que hace esta admiración que me profesa más chocante si cabe), me soltó esta mañana que se había apuntado a un curso de grafología, disciplina muy en boga actualmente, según sus propias palabras. Cara de póker mientras mi mente viaja momentáneamente no sé por que hacia el dichoso polígrafo que tanto mal ha causado en ésta nuestra sociedad. Me dice que le enseñan a cambiar su letra para que nadie pueda descubrir sus puntos flacos. No digo nada y la dejo hablar. Simplemente lo flipo.

Otra de mis compañeras, con una pinta de heavy que tira para atrás, presumía desde el primer día de una web que se había montado ella solita en plan amateur. Cuando se la estaba enseñando a la chica que se sienta a mi derecha, aproveché para mirar por el rabillo del ojo. Entre luminosos fosforitos pude leer “Bienvenidos a la web no oficial de Elena Gadel”. Me encogí de hombros y volví a lo mío.

Y esta misma tarde, mi profe de inglés, hablándonos de un programa de televisión irlandés, nos pregunta qué nos llevaríamos a una isla desierta si sólo pudiésemos escoger dos libros, dos discos y dos artículos extras. Una de mis compañeras, además de llevarse un disco de Camarón, otro de Iron Mayden y un cepillo (de pelos va la cosa), dijo que se llevaría el Majalajá (al menos eso entendí yo), un poema hindú que posee la característica de ser el poema más largo de la historia. Cara de póker. Y también se llevaría “El capital”, de Karl Marx. Cara de repóker.

Pues a mí lo primero que me vino a la cabeza fue llevarme un cuchillo para abrir cocos, mire usté.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Gac

He empezado a ir al gimnasio a clases de Gac, que traducido al castellano sería Gap, que no es otra cosa que Glúteos-abdomen-piernas. Gac me deja molida y con una sensación extraña, ya que mi monitor, un italiano cuarentón con pintas de salir en velero los fines de semana a dejarse curtir por el sol mediterráneo, me soba por todas partes. Tiene una pluma de aquí a mañana, por lo que en cierto modo le permito que lo haga, pero no puedo evitar sobresaltarme cuando me apretuja la zona donde está sabe dios qué músculo que debo apretar. Y en medio de mis sudores y despeluchamientos me sonrojo un poco y todo.
Gac es por momentos como estar dentro de un capítulo de UPA dance, sólo que mis compañeros son mayoritariamente jubilados y poco agraciados y mis mallas tienen agujeros. Mi postura favorita es el escorpión, y me sale de rechupete. Hacemos el escorpión cuando la clase está tocando a su fin y es como el momento de apogeo total, cuando todos sacamos al gimnasta frustrado que llevamos dentro. En el momento en que tengo la pierna más estiradita me acuerdo de aquella vez que mi madre me matriculó en clases de gimnasia rítmica. Arrítmica, más bien. Pero qué feliz iba yo dando tumbos por la pista con mi mallita rosa. Y mi madre, desde la atalaya donde todas las madres observaban embelesadas a sus retoñas, pensó "mejor que siga en clases de inglés". Y ahí terminó mi breve pero fulgurante carrera en cualquier tipo de artes corporales.
Hoy en Gac hicimos una nueva postura, el rombo. Y me debió salir bomba, porque además de los habituales "ahhh, así, bonito" de mi monitor, la señora de al lado me felicitó también. Estaba muy satisfecha de mí misma hasta que en otro ejercicio, esa misma señora me dijo sin cortarse un pelo "tienes que meter la barriga". Y yo, indignada, la miré con cara de "¿que meta qué?".
En el próximo escorpión trataré de darle una colleja con la punta del pie, se va a enterar ésta de lo que vale un peine.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Amanece junto a mí

Me van a permitir que me ponga un poco romanticona, ya que sólo lo hago de vez en cuando. Eso sí, cuando el momento llega me regodeo bien en él, escucho canciones súper ñoñas y las canto a voz en grito acompañada de la voz de mezzosoprano de Ra.
Para aquel que no sepa la historia (y para los que sí pues os fastidiais un rato u os vais a leer otro blog) yo llegué a Barcelona hace 4 años, buscando un cambio para escapar de una historia de amor que ya no tenía ni pies ni cabeza pero que dolía mucho. Los primeros meses fueron de adaptación, hasta que volviendo de las navidades y tras el golpe final recogí todos los pedacitos de mi corazón y decidí mandarlo al carajo y pedirle que me dejara en paz.
Pasaron los meses y todo iba bien, sin noticias por su parte, cosa que siempre me dio mucha tranquilidad. Dado que era mi último año de carrera y tenía una beca bastante cuantiosa mi vida ociosa me llevó a descubrir la noche barcelonesa en todo su esplendor, jueves, viernes, sábados.
Una noche cualquiera, conocimos a unos yankees en un pub. Mi amiga Laura enseguida pilló cacho y yo me dejé tontear toda la noche por uno de ellos, Frankie. Resulta que eran un grupo de skaters profesionales neoyorkinos, que estarían en Barcelona un par de semanas grabando un video para su equipo y Frankie era el fotógrafo. Serían los ronaldinhos del skate, en comparación (la nueva campaña de publicidad sobre NY que hay en algunas ciudades los incluye como un básico de la ciudad). Había unos cuantos más que no habían salido, porque tenían que madrugar al día siguiente para dar pirivueltas ante la cámara. Pasó la noche entre cervezas y chapurreos de inglés varios y los días. Volvimos a vernos entre semana y se repitió la cosa. Frankie era muy divertido, la verdad, pero nada más.
Al cabo de un par de días más, Laura, enamorada hasta la médula de Dan (un skater tan pro que tenía el cuerpo tatuado con sus sponsors, cosa por la cual recibía un suculento sobresueldo), me llama para ir a un concierto en Apolo, creo que de Muchachito, con los yankees. Yo tenía visita en casa y estaba un poco cansada de todo el ajetreo y de dormir poco. Me llamó 20 veces, así que al final, por hacerle el favor, fui.
Lo recuerdo como si fuera ayer. Salí del metro Paralel y crucé a la plaza de Raquel Meller, donde me esperaba Laura rodeada de chicos con la capucha puesta y skate en mano o en pies. Vi a Frankie y lo saludé friamente. Me presentaron a un chico alto como un pino que no recuerdo como se llamaba, Aaron no se qué. Y entonces me lo presentaron a él, Tom, y las piernas empezaron a temblarme. No pudimos ir al concierto, así que nos fuimos de barecillos. Estuve en la plaza del tripi con Alberto tomándome unos calimochos, hasta que me sentí preparada para afrontar la situación. Entré en el Tequila ("To kill us",) y hablé un rato con Frankie, incluso fui un poco cariñosa. Pero sin darme cuenta empecé a hablar con Tom sin parar, las frases (recordemos que en inglés) me salían a borbotones y nos entendimos al instante. Frankie se mosqueaba, puede que porque sin darnos cuenta Tom y yo estábamos hablando con las piernas entrelazadas, me apuntó Laura. Me decía que no le hacía caso y yo, toda tontuelilla, le decía "I'm not your girlfriend, Frankie" y venga a hablar y a hablar con Tom.
A la hora de cerrar el bar fui al baño. Cuando salí, Tom estaba esperándome. Me preguntó si lo estaba pasando bien, y me dijo que se alegraba mucho de haberme conocido. Yo estaba en las nubes, pero le dije titubeante que no podía ser, fuera lo que fuera lo que nos estaba pasando.
Nos fuimos a la Concha y cuando llegamos allí sólo pude decir "lo siento, Frankie" antes de dejarme besar por mi amor. La verdad es que tampoco se lo tomó demasiado mal, todo hay que decirlo, era un golfillo este Frankie.
Empezaban unos días de intenso amor como nunca había vivido, a contrarreloj. Yo tenía clase mientras él iba a grabar (era y es el mánager del equipo) y todos los días me llamaba varias veces. Volvían de la grabación y venía a buscarme, siempre con el ruidito del skate anunciando su llegada.
Llegó el triste día de la despedida, una mañana, de madrugada. Yo vivía de aquella muy cerquita de la estación de Sants y como eran tan tempranísimo le di las indicaciones necesarias y me dejó en cama. Al cabo de unas horas me llama. No te lo vas a creer, he perdido el avión, tengo que quedarme en Barcelona dos días más. Ven corriendo, le dije.
Pasamos dos días de turistas por toda ciudad, cogidos de la mano y con la otra en el skate, sin responsabilidades. Sólo me faltaba el "Juntos" de Paloma San Basilio sonando de fondo. Creo que me he enamorado de tí. Yo también. Pero finalmente tuvo que irse y empezó un largo período de emailes diarios, donde sólo nos decíamos lo mucho que nos echábamos de menos. Más de un año después, los mailes se fueron espaciando por ambas partes, hasta que este año fui a Nueva York a visitar a unas amigas. Me puse en contacto con él, pero el equipo se iba a Perú, y él con ellos. Volvían a la ciudad el mismo día que yo me iba y aun así decidimos vernos. Pero el cambio climático quiso que a mediados de marzo, el día de Sant Patrick, después de días soleados y preciosos en la Gran Manzana, cayera la última nevada de la temporada, con lo que su avión de vuelta fue desviado a Atlanta, donde tuvo que quedarse unos días aislado.
Me escribió disculpándose, qué le ibamos a hacer. Cada uno volvió a sus cosas, sus proyectos y no se me ocurrió volver a escribirle.
Hace unas semanas empecé a pensar en hacer un curso que encontré de 3 meses en USA. Barajaba la opción Nueva York, pero casi me había decantado ya por Boston. Hasta que el destino movió sus hilos. Ayer recibí un mail de Tom, después de meses, ¿cómo no creer en el destino? Cómo estás, puede que este año volvamos a Barcelona. Puede que vaya yo a Nueva York una temporada, contesto. Sería genial que vinieras.
La decisión está tomada. Y como dice mi madre, contrariada, "no hay mejor manera de aprender un idioma que dormir con el diccionario".

martes, 6 de noviembre de 2007

En Pintxo li va dir al Pantxu, "vols que et puntxe amb un puntxó?"

He vuelto a casa unos días para pasar el puente. Sé que siempre me quejo de lo mismo, pero después de un tiempo sin ir a veces es agradable comprobar que todo sigue en su sitio y que hay cosas que nunca cambiarán, como es el caso de la Televisión de Galicia, más conocida entre los telespectadores como TeleGaita. Nuestro canal autonómico parecía haber sufrido un lavado de cara que finalmente se quedó en un cambio de logo y la supresión del Súpermartes (programa desde el cual intentaba saltar a la fama Paula la de GH antes de GH). Ni siquiera han conseguido largar a SúperPiñeiro, reacomodándolo en otro lugar y otra hora de la parrilla.
Después de ver por enésima vez un capítulo de la Nanny Fine, mi sorpresa fue mayúscula al comprobar que los realitys también habían llegado a nuestro canal, y al parecer ya por su segunda edición para mi doble sorpresa. Y no un reality cualquiera, no. "A casa de 1907" recrea la vida en Galicia de hace un siglo a través de dos familias que tienen que hacer pruebas y sobrevivir haciéndose todo, de pañuelo en cabeza y boina calada. He de decir que muchas cosas me recordaban a la Galicia de 2007, pero el programa es corto y entretenido.
En el capítulo que pude ver celebraban las bodas de plata de uno de los matrimonios como una boda del siglo pasado. Todos los telespectadores pudimos comprobar como la hija (pienso que oligofrénica) de la familia de Dios (sí, de Dios) embargada por la emoción y las sorpresas rompía a llorar desconsoladamente sin dejarnos oir nada de lo que se cocía. El mejor momento fue el del "sí, quiero", ya que antiguamente las novias debían hacerse de rogar unas cuantas veces, y el cura-actor acabó desgañitándose con un "¡A ver, Puri, quieres o no quieres?!!". También llevaron a unos regueifeiros para hacer unas rimas improvisadas (súper improvisadas) para jolgorio de los invitados. Sólo recuerdo una rima sobre un seguro de la moto que no lo pagaba ninjén, que me recordaba a las rimas de Juanito del tipo "Unha vella en tempos de mouros fixo da cona unha praza de touros..." (Creo que no necesita traducción, pero estaré encantada de traducírselo a aquel que lo desee). Me encantó "A casa 1907", súper díver.
Por otro lado el sábado por la noche, que salí con las niñas y vivimos otro capítulo de enajenación mental transitoria y locura colectiva, descubrí casi por azar que el nacionalismo es una técnica de ligue bárbara. Resulta que la gente cuando se entera que vivo en Barcelona comienza a soltar improperios contra los catalanes y yo siento la imperiosa necesidad de defenderlos a capa y espada y argumento con ferocidad lo buena gente que son, reconociendo que maleducados hay en todas partes y siempre por delante que creo que el nacionalismo es en cierta manera un anacronismo. No me vale con que me salgan con que "mi primo fue una vez a Barcelona y le hablaron en catalán aunque él decía que no entendía", caso que debería encabezar las listas de leyendas urbanas, ya que las historias siempre son exactamente iguales, curioso. Mis amigas me azuzaban"mira la catalana" y yo como un torito venga a discutir, con unos, con otros. La imagen que se tiene de los catalanes fuera está totalmente distorsionada a voluntad de unos cuantos. Los catalanes no hablaban del estatut a todas horas ni de separarse de España a la hora de desayunar. Los catalanes caen mal porque les va de fábula, reconozcámoslo. E históricamente siempre les ha ido igual de bien, pura envidia cochina. La diferencia fundamental, bajo mi punto de vista, es que la mayor defensa del nacionalismo catalán han venido siempre de la burguesía, de la gente de dinero, de quien podía hacer y deshacer, y eso marca. Los gallegos, por muy nacionalistas que sean, no son vistos desde el centro como peligros potenciales, por mucho que les gustara. Y a mí también, que coño, porque significaría que también nos va de fábula y por una vez no nos dejamos pisotear. Y los vascos, pues un tema aparte, claro.
Pues eso, que discutiendo en casa porque la madre de mis hermanos quiere firmar no se qué manifiesto para que no eduquen a su hija totalmente en gallego y no sé que historias me contaba del Valedor do Pobo. A mí me parece bien, me parece el camino necesario para llegar a algo, sobre todo en la situación actual de Galicia (comparando siempre con el caso catalán). Puede que a mí en mi día a día no me sirva para nada saber gallego, pero es mi identidad, mi diferencia, mi yo. Y sólo por eso voy a defender la enseñanza en gallego y otras actuaciones semejantes.
En fin, que no me creo que yo haya escrito una entrada como ésta teniendo en cuenta las primeras entradas de mi blog, y que lo que yo quería decir y se me ha ido el santo al cielo, es que he descubierto que hablando de nacionalismo se liga una barbaridad. Aunque puede que sea para que me calle, pero es ciertamente efectivo.