jueves, 11 de septiembre de 2008

New Yorker Post. Crónica primera

Iba a esperar a cumplir una semana en la Gran Manzana para escribir las crónicas de mi sueño americano, pero me ha podido la impaciencia de tener muchas cosas que contar y poca gente con la que compartirlo. Porque eso es lo único que echo de menos por ahora, el vivir tantas cosas nuevas y no poder comentarlas ipso facto y claro, cuando arrivo a casa ya me he olvidado de la mitad de los pequeños detalles. Como aquel viejecito que comía M&M's en el metro y después de rechupetearlos con fruición escupía el cacahuete.
Mi ocupación principal en estos días es vagar por la ciudad cuando salgo de clase. Como no dependo de nadie me dedico a ir allá donde los pies me llevan, para acabar viendo el US Open en Union Square, a un saxofonista en City Hall Square o, como hace un rato, mirando hacia New Jersey desde un banquito en Battery Park, con el Hudson de por medio.
La gente en Nueva York es muy amable. Coincido plenamente con la guía Lonely Planet que en algún punto lo señala. He preguntado una dirección y me han acompañado amablemente porque les quedaba de camino. Me explican las cosas con calma cuando me ven despistada. Saludan con una sonrisa y te desean un buen día.
Nueva York se caracteriza por su diversidad, como se suele decir. A mí lo que más me ha llamado la atención es la diversidad en el vestir. Pero no me refiero ya a que uno vaya de traje chaqueta y otra con las bragas por fuera, que no. Si no que, a mediados de septiembre como estamos la gente viste de todas las estaciones del año. Te cruzas en unos metros con gente con katiuskas, sandalias, gabardinas, botas de pelo, camisetas de tirantes, medias tupidas y jerseys de cuello vuelto. Y realmente hace calorcillo, una temperatura ideal para unos vaqueros y una camiseta de manga corta. Pero a este paso y visto lo visto, con las ganas que tengo de estrenar algunas cosas puede que me pase al otoño en menos que nada.
Hoy, 11S, en una de mis rutas he pasado por la Zona Cero de camino a Battery Park. La primera vez que lo vi, hace un año y pico, la realidad me cayó encima como una losa. Y hoy, por segunda vez, se me volvieron a poner los pelos de punta. Hay que ver qué bien planeado todo, tan sencillo que parecería imposible llevarlo a la práctica.
Pero volvamos a lo positivo. Nueva York huele, huele intensamente. Arrecende, que diríamos en Galicia. Toda la ciudad huele a comida deliciosa (salvo algunos puestecillos que creo que venden una especie de pinchos morunos y huelen a requemao que da gusto). Las flores de los puestecillos, la fruta de los carritos callejeros, la ciudad huele maravillosamente bien. En comparación, mi adorada Barcelona huele mil veces peor.
El metro es bastante sencillo, aunque no quiero tirarme de la moto, porque aún estoy pillándole el tranquillo. Qué genial invento eso del metro exprés y el metro local... Sólo podría darse en un metro con más de un siglo de existencia, que ya están de vuelta de todo, vamos.
Hoy he pasado por el festival de San Gennaro, en Little Italy. Una especie de fiestas de pueblo, pero a lo grande. Algodón de azúcar, manzanas caramelizadas, tómbolas. Pero al mismo tiempo sonando Eros Ramazzotti de fondo y vendiendo pizza y canoli por todas partes. Y el elemento yankee, un puestecito donde podías tirar a un payaso en una piscina si dabas con la pelota en el centro de la diana. Menos mal que consiguieron tirarlo al puto payaso, porque menuda risita insoportable, que a punto estuve de pillar yo unas bolas y darle su merecido.
Y mañana me voy de picnic a Central Park con mis classmates. Ya no me dejaré embaucar por las ardillas, que me han avisado de que son muy peligrosas, las jodías, con lo monas que son.
En fin, that's all, folks.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ayayay.
Otra preocupación para mamá: las ardillas de Central Park.

C. dijo...

Vaya, esa diversidad en el vestir, me retrotrae o como se diga, guardando las enormes diferencias, a esta ciudad a la que me cuesta tanto acostumbrarme: Ovetus. La gente viste de invierno, primavera, verano y otoño en septiembre, que por cierto, es el mes de la patria chilensis. Soy como "la transversal" de radio 5.

poo dijo...

Si te sirve de consuelo, en Pontepeich este mes existe la misma diversidad al vestir, sólo que aquí en vez de verla en el metro la ves paseando alegremente por la Peregrina, pero en fin, enhorabuena por tu buen comienzo.

JRB dijo...

¿Metro extrés y metro local? ¿Hay dos tipos de metro allí?

He visto tantas veces Nueva York en el cine y la TV, que conforme leía tu post iba visualizando todo al detalle. Ay, qué ganas de ver esa ciudad...