viernes, 2 de mayo de 2008

Mario, eres peor que Wario

Tengo una DS de color rosa bebé en Can Chatunga, que es la alegría de mi hogar. De mi hogar, porque lo que es mía no demasiado, ya que las ocasiones en las que puedo pillarla libre o con batería son limitadas. Pero como soy comprensiva con la gente que ha tenido una infancia sin videoconsolas y quiere recuperar el tiempo perdido a marchas forzadas no me enfado. Incluso cuando me levanto magnánima comparto alguno de los trucos aprendidos a base de saltos y tuberías secretas.

Pues resulta que ayer fue una de esas noches en las que pude disfrutar de mi DS antes de irme a la camita con Harry Potter (una noche perfecta, sí). Estaba agotada después de la fiesta de despedida de Giulia la noche anterior y sin fuerzas para repetir. Sola en casa con Trece, porque la mitad de las chatungas se han ido de puente. Y entonces la vi, rosita, esperando su momento.

Tengo un juego pirata que incluye millones de juegos, cortesía de mi señor padre. Son tantos juegos que aún no los he probado todos. Y ayer me decidí a probar uno que se llama "Imagina ser mamá". Lo sé, el nombre no auguraba nada bueno ni demasiado adulto.
"Imagina ser mamá" consiste en una niña que se queda sola en la casa de su abuela durante el verano para cuidársela, mientras el pendón desorejado de la abuela se va a dar la vuelta al mundo y de vez en cuando te manda souvenirs, como unas maracas. Tienes una especie de Pepito Grillo que es una cigüeña que te aconseja que pases la aspiradora en tus ratos libres o que pintes el zócalo del salón. Y el objetivo del juego es que cuides de los hijos de todo el vecindario, que te pagan 4 perras que te tienes que gastar en juguetes para entretener a esos demonios o que, si consigues ahorrar algo, por sabio consejo de la cigüeña de los cojones, lo guardes para comprarte tu propia casa. Yo no daba crédito, amigos. Así que en el momento en que me armé un lío con una caja de sonidos que mugía como una vaca, el bebé de turno me lloraba como una magdalena y llegó el vecino protestando porque su bebé parecía un poco aburrido, decidí que ya había tenido suficiente entrenamiento para ser una mamá de campeonato el día de mañana.

Y me dispuse a jugar al jueguito ése en el que soy un náufrago y como setas que me hacen tener alucinaciones hasta que muero por inanición por culpa de la náufraga a la que me encuentro en la isla a la que muy caballerosamente invito a que se coma los escasos cocos que he conseguido compilar.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Para continuar debes comerte a la naufraga.
¡Open your mind!

Anónimo dijo...

Náufraga, digo.

Anónimo dijo...

Sí, jamás pensé lo feliz que se podía llegar a ser en compañía de Mario. ¡Ese robusto fontanero de hisurto (¿hirsuto?) bigote es mi role model de este año!
Pronto empezaré a llevar mono, gorra y me dejaré crecer un mostacho de impresión.

JRB dijo...

Vaya, cualquier excusa es buena para comer setas alucinógenas, eh?