domingo, 2 de diciembre de 2007

Súpermartes

Que contara una historia ridícula que me hubiera pasado. Pues no sé, lo primero que me vino a la cabeza fue lo del sartenazo, hace años. Tendría 14 años y salía de clase con dos amigas, cuando nos encontramos para nuestra sorpresa con un cocinero haciendo una tortilla en medio de la calle. Rápidamente nos dimos cuenta (astutas que somos) que se trataba de una cámara oculta de la televisión de Galicia y claro, la estrella por descubrir que llevábamos dentro quiso salir en televisión como fuera. Empezamos a tocarle las narices al encargado del asunto, mientras descubríamos que la broma consistía en tirarle una tortilla de patatas encima a los inocentes viandantes, mira tú qué gracia. Entre risas, nos dijeron que sólo les interesábamos si les dábamos sangre y sexo, y ya cansado de unas adolescentes petardas intentó zafarse del tema diciéndonos que si traíamos nuestra propia tortilla y se la tirábamos al cocinero saldríamos en televisión y nos darían unas camisetas. Dicho y hecho, allá nos fuimos corriendo en busca de una tortilla para sólo conseguir una tortilla francesa, menos da una piedra. Volvimos con nuestra minitortilla y se desencadenó el desastre. Agarrando firmemente la sartén entre las tres, empezamos a balancearla, siguiendo las instrucciones del chef... A la de una, y la tortilla empezó a escurrirse hacia delante... A la de dos, viendo que la tortilla se iba a caer de la sartén, el cocinero se inclinó tratando de recogerla... A la de tres, sartenazo a seis manos en plena cara del falso chef. La sangre empezó a manar. Con mucha habilidad habíamos conseguido abrirle una brecha bajo el ojo sin romperle las gafas, cosa que hubiera empeorado más las cosas si cabe. Una de mis supuestas amigas se fue corriendo al ver el berenjenal que habíamos montado, dejándonos allí a las otras dos boquiabiertas. Se llevaron al cocinero a urgencias y nosotras empezamos un recorrido por todos los hospitales para presentarle nuestras disculpas. Cuando por fin lo encontramos aceptó nuestro perdón añadiendo dignamente que nunca le había pasado nada en la cara y alguna vez tenía que ser la primera.
Tiempo después volví a verle en mi ciudad, cosa que me pareció muy valiente por su parte, con un matamoscas gigante persiguiendo a un hombre disfrazado de mosca e intentando engatusar a mi madre en mi peligrosa presencia. El pobre no se había dado cuenta de con quién estaba tratando.
Y si quereis saberlo, no, no salimos en la broma de la tele de aquella semana. Y eso que querían sangre o sexo. Y sangre le dimos, creedme.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Desert Island Disc


Hace unos días alguien dijo que la primera vez que me vio le di la impresión de considerar inferiores a todos mis semejantes. Y la verdad, empiezo a considerar tal afirmación como cierta. Ya no es que me crea superior, sino que me considero normal. Y hoy en día es decir mucho, créanme. La gente está llegando a límites insospechados en su rareza.

Últimamente tengo la oportunidad de conocer a unos especímenes la mar de curiosos. Y gracias a ellos mi cara de póker está alcanzando unas cotas de perfección insospechadas.

Una de mis compañeras del curso de diseño, siempre admirada porque el hecho de que yo tenga un blog y un myspace (he de decir que somos compañeras de un curso de diseño web, lo que hace esta admiración que me profesa más chocante si cabe), me soltó esta mañana que se había apuntado a un curso de grafología, disciplina muy en boga actualmente, según sus propias palabras. Cara de póker mientras mi mente viaja momentáneamente no sé por que hacia el dichoso polígrafo que tanto mal ha causado en ésta nuestra sociedad. Me dice que le enseñan a cambiar su letra para que nadie pueda descubrir sus puntos flacos. No digo nada y la dejo hablar. Simplemente lo flipo.

Otra de mis compañeras, con una pinta de heavy que tira para atrás, presumía desde el primer día de una web que se había montado ella solita en plan amateur. Cuando se la estaba enseñando a la chica que se sienta a mi derecha, aproveché para mirar por el rabillo del ojo. Entre luminosos fosforitos pude leer “Bienvenidos a la web no oficial de Elena Gadel”. Me encogí de hombros y volví a lo mío.

Y esta misma tarde, mi profe de inglés, hablándonos de un programa de televisión irlandés, nos pregunta qué nos llevaríamos a una isla desierta si sólo pudiésemos escoger dos libros, dos discos y dos artículos extras. Una de mis compañeras, además de llevarse un disco de Camarón, otro de Iron Mayden y un cepillo (de pelos va la cosa), dijo que se llevaría el Majalajá (al menos eso entendí yo), un poema hindú que posee la característica de ser el poema más largo de la historia. Cara de póker. Y también se llevaría “El capital”, de Karl Marx. Cara de repóker.

Pues a mí lo primero que me vino a la cabeza fue llevarme un cuchillo para abrir cocos, mire usté.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Gac

He empezado a ir al gimnasio a clases de Gac, que traducido al castellano sería Gap, que no es otra cosa que Glúteos-abdomen-piernas. Gac me deja molida y con una sensación extraña, ya que mi monitor, un italiano cuarentón con pintas de salir en velero los fines de semana a dejarse curtir por el sol mediterráneo, me soba por todas partes. Tiene una pluma de aquí a mañana, por lo que en cierto modo le permito que lo haga, pero no puedo evitar sobresaltarme cuando me apretuja la zona donde está sabe dios qué músculo que debo apretar. Y en medio de mis sudores y despeluchamientos me sonrojo un poco y todo.
Gac es por momentos como estar dentro de un capítulo de UPA dance, sólo que mis compañeros son mayoritariamente jubilados y poco agraciados y mis mallas tienen agujeros. Mi postura favorita es el escorpión, y me sale de rechupete. Hacemos el escorpión cuando la clase está tocando a su fin y es como el momento de apogeo total, cuando todos sacamos al gimnasta frustrado que llevamos dentro. En el momento en que tengo la pierna más estiradita me acuerdo de aquella vez que mi madre me matriculó en clases de gimnasia rítmica. Arrítmica, más bien. Pero qué feliz iba yo dando tumbos por la pista con mi mallita rosa. Y mi madre, desde la atalaya donde todas las madres observaban embelesadas a sus retoñas, pensó "mejor que siga en clases de inglés". Y ahí terminó mi breve pero fulgurante carrera en cualquier tipo de artes corporales.
Hoy en Gac hicimos una nueva postura, el rombo. Y me debió salir bomba, porque además de los habituales "ahhh, así, bonito" de mi monitor, la señora de al lado me felicitó también. Estaba muy satisfecha de mí misma hasta que en otro ejercicio, esa misma señora me dijo sin cortarse un pelo "tienes que meter la barriga". Y yo, indignada, la miré con cara de "¿que meta qué?".
En el próximo escorpión trataré de darle una colleja con la punta del pie, se va a enterar ésta de lo que vale un peine.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Amanece junto a mí

Me van a permitir que me ponga un poco romanticona, ya que sólo lo hago de vez en cuando. Eso sí, cuando el momento llega me regodeo bien en él, escucho canciones súper ñoñas y las canto a voz en grito acompañada de la voz de mezzosoprano de Ra.
Para aquel que no sepa la historia (y para los que sí pues os fastidiais un rato u os vais a leer otro blog) yo llegué a Barcelona hace 4 años, buscando un cambio para escapar de una historia de amor que ya no tenía ni pies ni cabeza pero que dolía mucho. Los primeros meses fueron de adaptación, hasta que volviendo de las navidades y tras el golpe final recogí todos los pedacitos de mi corazón y decidí mandarlo al carajo y pedirle que me dejara en paz.
Pasaron los meses y todo iba bien, sin noticias por su parte, cosa que siempre me dio mucha tranquilidad. Dado que era mi último año de carrera y tenía una beca bastante cuantiosa mi vida ociosa me llevó a descubrir la noche barcelonesa en todo su esplendor, jueves, viernes, sábados.
Una noche cualquiera, conocimos a unos yankees en un pub. Mi amiga Laura enseguida pilló cacho y yo me dejé tontear toda la noche por uno de ellos, Frankie. Resulta que eran un grupo de skaters profesionales neoyorkinos, que estarían en Barcelona un par de semanas grabando un video para su equipo y Frankie era el fotógrafo. Serían los ronaldinhos del skate, en comparación (la nueva campaña de publicidad sobre NY que hay en algunas ciudades los incluye como un básico de la ciudad). Había unos cuantos más que no habían salido, porque tenían que madrugar al día siguiente para dar pirivueltas ante la cámara. Pasó la noche entre cervezas y chapurreos de inglés varios y los días. Volvimos a vernos entre semana y se repitió la cosa. Frankie era muy divertido, la verdad, pero nada más.
Al cabo de un par de días más, Laura, enamorada hasta la médula de Dan (un skater tan pro que tenía el cuerpo tatuado con sus sponsors, cosa por la cual recibía un suculento sobresueldo), me llama para ir a un concierto en Apolo, creo que de Muchachito, con los yankees. Yo tenía visita en casa y estaba un poco cansada de todo el ajetreo y de dormir poco. Me llamó 20 veces, así que al final, por hacerle el favor, fui.
Lo recuerdo como si fuera ayer. Salí del metro Paralel y crucé a la plaza de Raquel Meller, donde me esperaba Laura rodeada de chicos con la capucha puesta y skate en mano o en pies. Vi a Frankie y lo saludé friamente. Me presentaron a un chico alto como un pino que no recuerdo como se llamaba, Aaron no se qué. Y entonces me lo presentaron a él, Tom, y las piernas empezaron a temblarme. No pudimos ir al concierto, así que nos fuimos de barecillos. Estuve en la plaza del tripi con Alberto tomándome unos calimochos, hasta que me sentí preparada para afrontar la situación. Entré en el Tequila ("To kill us",) y hablé un rato con Frankie, incluso fui un poco cariñosa. Pero sin darme cuenta empecé a hablar con Tom sin parar, las frases (recordemos que en inglés) me salían a borbotones y nos entendimos al instante. Frankie se mosqueaba, puede que porque sin darnos cuenta Tom y yo estábamos hablando con las piernas entrelazadas, me apuntó Laura. Me decía que no le hacía caso y yo, toda tontuelilla, le decía "I'm not your girlfriend, Frankie" y venga a hablar y a hablar con Tom.
A la hora de cerrar el bar fui al baño. Cuando salí, Tom estaba esperándome. Me preguntó si lo estaba pasando bien, y me dijo que se alegraba mucho de haberme conocido. Yo estaba en las nubes, pero le dije titubeante que no podía ser, fuera lo que fuera lo que nos estaba pasando.
Nos fuimos a la Concha y cuando llegamos allí sólo pude decir "lo siento, Frankie" antes de dejarme besar por mi amor. La verdad es que tampoco se lo tomó demasiado mal, todo hay que decirlo, era un golfillo este Frankie.
Empezaban unos días de intenso amor como nunca había vivido, a contrarreloj. Yo tenía clase mientras él iba a grabar (era y es el mánager del equipo) y todos los días me llamaba varias veces. Volvían de la grabación y venía a buscarme, siempre con el ruidito del skate anunciando su llegada.
Llegó el triste día de la despedida, una mañana, de madrugada. Yo vivía de aquella muy cerquita de la estación de Sants y como eran tan tempranísimo le di las indicaciones necesarias y me dejó en cama. Al cabo de unas horas me llama. No te lo vas a creer, he perdido el avión, tengo que quedarme en Barcelona dos días más. Ven corriendo, le dije.
Pasamos dos días de turistas por toda ciudad, cogidos de la mano y con la otra en el skate, sin responsabilidades. Sólo me faltaba el "Juntos" de Paloma San Basilio sonando de fondo. Creo que me he enamorado de tí. Yo también. Pero finalmente tuvo que irse y empezó un largo período de emailes diarios, donde sólo nos decíamos lo mucho que nos echábamos de menos. Más de un año después, los mailes se fueron espaciando por ambas partes, hasta que este año fui a Nueva York a visitar a unas amigas. Me puse en contacto con él, pero el equipo se iba a Perú, y él con ellos. Volvían a la ciudad el mismo día que yo me iba y aun así decidimos vernos. Pero el cambio climático quiso que a mediados de marzo, el día de Sant Patrick, después de días soleados y preciosos en la Gran Manzana, cayera la última nevada de la temporada, con lo que su avión de vuelta fue desviado a Atlanta, donde tuvo que quedarse unos días aislado.
Me escribió disculpándose, qué le ibamos a hacer. Cada uno volvió a sus cosas, sus proyectos y no se me ocurrió volver a escribirle.
Hace unas semanas empecé a pensar en hacer un curso que encontré de 3 meses en USA. Barajaba la opción Nueva York, pero casi me había decantado ya por Boston. Hasta que el destino movió sus hilos. Ayer recibí un mail de Tom, después de meses, ¿cómo no creer en el destino? Cómo estás, puede que este año volvamos a Barcelona. Puede que vaya yo a Nueva York una temporada, contesto. Sería genial que vinieras.
La decisión está tomada. Y como dice mi madre, contrariada, "no hay mejor manera de aprender un idioma que dormir con el diccionario".

martes, 6 de noviembre de 2007

En Pintxo li va dir al Pantxu, "vols que et puntxe amb un puntxó?"

He vuelto a casa unos días para pasar el puente. Sé que siempre me quejo de lo mismo, pero después de un tiempo sin ir a veces es agradable comprobar que todo sigue en su sitio y que hay cosas que nunca cambiarán, como es el caso de la Televisión de Galicia, más conocida entre los telespectadores como TeleGaita. Nuestro canal autonómico parecía haber sufrido un lavado de cara que finalmente se quedó en un cambio de logo y la supresión del Súpermartes (programa desde el cual intentaba saltar a la fama Paula la de GH antes de GH). Ni siquiera han conseguido largar a SúperPiñeiro, reacomodándolo en otro lugar y otra hora de la parrilla.
Después de ver por enésima vez un capítulo de la Nanny Fine, mi sorpresa fue mayúscula al comprobar que los realitys también habían llegado a nuestro canal, y al parecer ya por su segunda edición para mi doble sorpresa. Y no un reality cualquiera, no. "A casa de 1907" recrea la vida en Galicia de hace un siglo a través de dos familias que tienen que hacer pruebas y sobrevivir haciéndose todo, de pañuelo en cabeza y boina calada. He de decir que muchas cosas me recordaban a la Galicia de 2007, pero el programa es corto y entretenido.
En el capítulo que pude ver celebraban las bodas de plata de uno de los matrimonios como una boda del siglo pasado. Todos los telespectadores pudimos comprobar como la hija (pienso que oligofrénica) de la familia de Dios (sí, de Dios) embargada por la emoción y las sorpresas rompía a llorar desconsoladamente sin dejarnos oir nada de lo que se cocía. El mejor momento fue el del "sí, quiero", ya que antiguamente las novias debían hacerse de rogar unas cuantas veces, y el cura-actor acabó desgañitándose con un "¡A ver, Puri, quieres o no quieres?!!". También llevaron a unos regueifeiros para hacer unas rimas improvisadas (súper improvisadas) para jolgorio de los invitados. Sólo recuerdo una rima sobre un seguro de la moto que no lo pagaba ninjén, que me recordaba a las rimas de Juanito del tipo "Unha vella en tempos de mouros fixo da cona unha praza de touros..." (Creo que no necesita traducción, pero estaré encantada de traducírselo a aquel que lo desee). Me encantó "A casa 1907", súper díver.
Por otro lado el sábado por la noche, que salí con las niñas y vivimos otro capítulo de enajenación mental transitoria y locura colectiva, descubrí casi por azar que el nacionalismo es una técnica de ligue bárbara. Resulta que la gente cuando se entera que vivo en Barcelona comienza a soltar improperios contra los catalanes y yo siento la imperiosa necesidad de defenderlos a capa y espada y argumento con ferocidad lo buena gente que son, reconociendo que maleducados hay en todas partes y siempre por delante que creo que el nacionalismo es en cierta manera un anacronismo. No me vale con que me salgan con que "mi primo fue una vez a Barcelona y le hablaron en catalán aunque él decía que no entendía", caso que debería encabezar las listas de leyendas urbanas, ya que las historias siempre son exactamente iguales, curioso. Mis amigas me azuzaban"mira la catalana" y yo como un torito venga a discutir, con unos, con otros. La imagen que se tiene de los catalanes fuera está totalmente distorsionada a voluntad de unos cuantos. Los catalanes no hablaban del estatut a todas horas ni de separarse de España a la hora de desayunar. Los catalanes caen mal porque les va de fábula, reconozcámoslo. E históricamente siempre les ha ido igual de bien, pura envidia cochina. La diferencia fundamental, bajo mi punto de vista, es que la mayor defensa del nacionalismo catalán han venido siempre de la burguesía, de la gente de dinero, de quien podía hacer y deshacer, y eso marca. Los gallegos, por muy nacionalistas que sean, no son vistos desde el centro como peligros potenciales, por mucho que les gustara. Y a mí también, que coño, porque significaría que también nos va de fábula y por una vez no nos dejamos pisotear. Y los vascos, pues un tema aparte, claro.
Pues eso, que discutiendo en casa porque la madre de mis hermanos quiere firmar no se qué manifiesto para que no eduquen a su hija totalmente en gallego y no sé que historias me contaba del Valedor do Pobo. A mí me parece bien, me parece el camino necesario para llegar a algo, sobre todo en la situación actual de Galicia (comparando siempre con el caso catalán). Puede que a mí en mi día a día no me sirva para nada saber gallego, pero es mi identidad, mi diferencia, mi yo. Y sólo por eso voy a defender la enseñanza en gallego y otras actuaciones semejantes.
En fin, que no me creo que yo haya escrito una entrada como ésta teniendo en cuenta las primeras entradas de mi blog, y que lo que yo quería decir y se me ha ido el santo al cielo, es que he descubierto que hablando de nacionalismo se liga una barbaridad. Aunque puede que sea para que me calle, pero es ciertamente efectivo.

lunes, 29 de octubre de 2007

Vergüenza e indignación

... es lo que sentí hace unos días con toda la movida desatada por el energúmeno que le dio la patada en la cabeza a la chica ecuatoriana. Y lo peor de todo es que no parece tener fin esta historia. El viernes, en "El buscador", asistimos al mayor circo mediático que puedo recordar. Hoy, la reportera más dicharachera de Barrio Sésamo en contra de la intromisión en la intimidad de la gente.
Que el agresor es mongolo no se puede negar, así que dejaré ese tema para otro momento. Que fue una putada en toda regla y al azar, tampoco voy a discutirlo. Lo que realmente me parece deleznable es la persecución mediática a la que se está sometiendo al pobre chico argentino que tuvo la mala suerte de estar ahí y de actuar como habríamos actuado seguramente la gran mayoría, cagándose por la pata. Que ya han salido fotos de su primera comunión, por el amor de dios... Y que se hayan publicado largos fragmentos de su blog! Que uno publica un blog consciente de que lo van a leer, claro que sí, pero no que tendrá esa difusión... Y lo que es peor: justificando su cobarde actuación (o no-actuación) por el mero hecho de que el chico en cuestión es gay y tiene una personalidad atormentada y sufridora. Se atrevían a transcribir que todo esto estaba destrozándole la vida y se quedaban tan anchos pareciendo olvidar por un momento de que iba todo el tema. Es más, lo contraponían con el caso de un chico que al parecer murió en defensa de una mujer anónima, como ejemplo de lo que si se debería haber hecho como persona de bien.
Me sentí roja de ira e impotencia. Sentí todo el peso de la telebasura tocando fondo.

viernes, 19 de octubre de 2007

Precaución, amigo conductor

Ayer, en una de las múltiples pausas publicitarias de Gran Hermano, ofendidas con la sustitución de Isabel Preysler en el anuncio de Ferrero Rocher por parte de la pavisosa pero siempre elegante Paloma Cuevas, acabamos hablando de Tamara Falcó Preysler.
Tamara es una completa gilipollas, las cosas como son : pija de las auténticas, de las que parecen una caricatura de si mismas, supuestamente con estudios pero en la vida ha dado un palo al agua ni hay expectativas de que lo vaya a hacer en algún momento, más que pasear su palmito de Preysler de segunda por las revistas y por las bodegas de su padre, marqués para más inri.
A pesar de todo esto a Tamara y a mí nos une algo muy especial, que le tengo un cariño, oye. Tengo que reconocer que yo aprobé el carnet de conducir gracias a Tamara Falcó, y no me avergüenzo de ello, ni mucho menos. Sí, ya sé que Tamara no es muy ducha al volante. Que una vez empotró su precioso Mini Cooper en una floristería o en un Starbucks o algo así. Que pocos meses después se quedó sin gasolina en medio de la autopista, lo sé.
Déjenme explicarme, no sean impacientes. Hace un tiempo, estando yo a punto de examinarme de la parte teórica del carnet de conducir, la DGT decidió cambiar de improviso el tipo de examen. Supongo que tan de improviso no sería, pero para mí fue algo muy sorpresivo, ya que llevaba yo en mi haber dos millones cincuenta mil test y me sabía las preguntas al dedillo. Que no me pillaban ni con vehículos especiales ni con ruedas de recambio, vamos. Y de repente, cuando mi cerebro estaba completamente preparado para dar una conferencia sobre mecánica, cuando estaba al acecho de cualquier pregunta trampa, vigilante para las señales borrosas o ambiguas, plafff! Van y me cambian el examen y lo hacen para tontos, para gente que ni siquiera había abierto el manual! Y lo peor de todo es q ni siquiera existían aún test a modo de ejemplo para que yo pudiera prepararlos!
Entonces, desesperaíta perdía, recé una oración a Santa Tamará Falcó... Nooooo... Entonces llegó el fatídico día del examen, con los nervios a flor de piel. Me dieron el examen. Me sabía la mayoría, dudaba en un par de ellas y las fui contestando como pude. Mi gran duda era algo referido a un chaleco reflectante en la autopista, no me acuerdo cómo era exactamente la pregunta. Sólo sé que llevada por los nervios tuve un momento de iluminación en medio del examen en el que vi a Tamara Falcó con su chaleco reflectante sin gasolina en medio de la autopista. Contesté sin vacilación y aprobé, señores míos.
Otro día contaré como aprobé el práctico gracias a los amuletos de cartón que llevaba en los pies, pero eso es otra historia.

lunes, 15 de octubre de 2007

La que se avecina

Hoy he visto en el telediario que en una aldea de Pontevedra van a alquilar una casa para evitar así que una familia gitana que tiene dicha vivienda apalabrada se instale en el pueblo. “No somos racistas –dice una señora, muy dignamente- sólo que preferiríamos que gente normal viviera en esa casa”. Han echado cuentas y por el módico precio de 15 € al mes e hipotecándose de por vida podrían evitar que los pobres chachos vivan bajo ese techo. Incluso están dispuestos a pagar más dinero con tal de evitarlo.

En mi edificio tenemos un piso marcado por la mala suerte, el inmediatamente inferior al mío, el 5ºA. Sus inquilinos se iban sucediendo a cada cual peor. El primero que llamó nuestra atención era un pobre esquizofrénico, un locuelo de los de toda la vida que bebía los vientos por mi madre desde la infancia. Pues ese mismo fue el primero que nos tocó en suerte. Y durante unos meses venía a casa para invitarnos a tomar café, preguntando por mi madre. No parecía extrañarle que le dijésemos siempre que estaba de viaje, ya que él respondía “A Grecia, ¿no?”, destino que mi madre visitó hace muchos años. Este locuelo ponía música a todo volumen por las noches para desesperación de Carlitos, al que le coincidía justo debajo de su cuarto. Otro cantar es que mi hermano, espero que contagiado por la locura y llevado por el insomnio, le respondiera botando el balón de baloncesto con rabia. ¡Cómo si mi melómano y locuelo vecino se fuera a enterar! Mi madre lo evitaba utilizando mil recursos, ya que se lo encontraba con frecuencia en nuestra calle, hasta que descubrió que a cada paso él se giraba para comprobar que nadie lo seguía, así que cuando el locuelo miraba hacia atrás, mi madre conseguía hacerle un requiebro. Acabó adquiriendo gran habilidad.

Al cabo de unos meses se fue el locuelo, creo que volvió a casa de su madre o algo así. Cuando por fin empezábamos a respirar tranquilos, llegó Maruxela. Esta chica resulta que es prima lejana mía, ni hecho a propósito, vamos. Se había trasladado a mi edificio desde no sé donde, con su madre. Yo hacía tiempo que le había perdido la pista a Maruxela, tiempo suficiente para que la mujer se hubiera convertido en una yonki de cuidado, que intentara suicidarse repetidas veces y que tomara por norma atracar a todo mi barrio cuando en el edificio le cerraron el grifo, cansados de tanto abuso. Pero es que a pesar de su mala vida, Maruxela seguía siendo una mujerona de dos metros (o eso me parecía a mí) y daba un poco de miedito. Yo miraba las escaleras cada vez que llegaba a casa, no fuera a ser, que una es poquita cosa.

Después llegaron las noticias de que todo el barrio estaba harto de sus sablazos, los suyos y los de su aparentemente resignada madre. En mi edificio querían echarla y no sabían como. Empezaban a surgir rumores sobre el lugar donde ponía el anuncio la dueña del piso y mi hermano echaba cuentas sobre cuánto pagaríamos si alquilásemos el piso entre todos, como los de la aldea esa. Mi hermano creo que quería montar un gimnasio o un jacuzzi vecinal, algo así. Y entonces apareció un día el padre de Maruxela y se la llevó. Y antes de que nos diera tiempo a montar el jacuzzi, entró una italiana de pomposo apellido. Estamos a la espera de descubrir un día que cuece los espaguetis en la bañera o algo así. Y si fuera eso, podríamos darnos con un canto en los dientes.

Septiembre 2007

BCNg
Cuando llegué a Barcelona se respiraba un clima de libertad y cosmopolitismo que se irradiaba al resto del mundo con presunción. La gente podía ir con los mismísimos al aire si le salía de los idem y se habían acabado los espectáculos maltratadores de animales, entre ellos los toros y el circo. Todo era armonía y flower power moderniqui.
Pero como todo en esta vida es cíclico, se acabó lo que se daba. Primero vino el multar por mear en la calle, punto que suscribo al cien por cien, y su versión vomitera, más difícil de evitar pero igualmente una marranada. Después el dejar de beber en la calle, la lucha antigraffiti, la persecución a los skater (cuando esta ciudad es conocida como la meca mundial de dicho deporte). Hasta los toros han vuelto, para disgusto del PETA!
Fueron cayendo una cosa tras otra, hasta llegar el turno de las bicis, nuevo negocio del ayuntamiento de Barcelona. Se han sacado de la manga un nuevo transporte público, el bicing, que por un módico precio anual permite al usuario disponer de una bici en teoría en perfectas condiciones durante media hora, término en el que deberá depositarla en una parada y coger otra si se desea, es decir, concebido para trayectos cortos como si fuera de parada de metro a parada de metro se tratara.
La idea en sí era, y es, fantástica. Pero a puntito estuvo de morir de éxito cuando el número de usuarios de repente quintuplicó al número de bicis disponibles. No había suficientes bicis en las paradas, y menos en las más céntricas. Las bicis se estropeaban y el proyecto no contaba con un servicio de mantenimiento rápido y a la altura de las circunstancias. La gente bajaba de las zonas altas de la ciudad con la bici pero no las subía. Importantes sectores de la ciudad quedaban absolutamente marginados al no entrar dentro del mapa de bicing y los problemas se sucedían al tiempo que las tarjetas de los usuarios se desmagnetizaban y quedaban inútiles y a los nuevos no les llegaban las prometidas tarjetas a casa, ganando tiempo para tratar de regular la situación.
La contrapartida vino dada por este clima de regulación de la vida de los ciudadanos, esos incívicos seres. Saquemos un nueva normativa para las bicis comunes y corrientes y hagamos caja. Multemos a los que van por la acera si ésta no mide más de 5 metros, a los que dejen su bici enganchada en una farola, a los que no usen el carril bici, a los que no lleven luces delante y detrás y a los que no tengan timbre. Empezarán a tomarse en serio el hacerte soplar cuando circules en bici, imagen que tanta gracia me hacía meses ha cuando me examinaba de conducir. Y si tu bici es vieja y fea, estás jodido, chato. Para que todo esto surta efecto, al menos económico, digo yo que dentro de nada las bicis deberán estar matriculadas a efectos de cobrar las multas, con el consiguiente impuesto de matriculación. Y seguro obligatorio, y yo que sé qué más vendrá. Todos deberemos ser bicing, con sus bicis stándar, se acabó llevar la bici de la comunión tuneada.
Pero de todo esto lo que más me preocupa y con diferencia, es que presiento que en un breve lapso de tiempo me obligarán a llevar ese antiestético casco cuando circule tan monísima en mi bici. Y recuerdo a mi madre diciéndome, no hace mucho: "Te voy a mandar el casquito ese que usabas para montar a caballo de pequeña para que te lo pongas al circular".

Julio 2007

Un meme para Vargtimen
1. Soy una persona normal criada en una familia normal, con una madre que hace conjuros, un hermano pelirrojo al que le llevo 23 años, un abuelo recién divorciado con una nueva novia exmonja y una perra con baño propio.

2. Me encantan los animales pero la mala suerte me persigue con ellos. A pesar de mis cuidados y buenas intenciones perdí un hamster por deshidratación, otro por enfriamiento, una tortuga por quemaduras graves y algún otro que se me olvida. Todos ellos están enterrados en el jardín de mi padre y me divierte imaginar a los arqueólogos del mañana desenterrando mi pequeño y particular ecosistema. Como castigo divino a todo esto, cargo la cruz de mi gata Trece, la gata más malvada del mundo que estoy convencida de que batirá records de longevidad.

3. En la adolescencia le di un sartenazo en la cabeza a un actor de cámara oculta de la televisión de Galicia y le abrí una brecha en la cabeza. Fue un accidente y todavía no entiendo porqué no salí en la tele.

4. Tengo muy mal genio, aunque este punto no explique la anécdota anterior. Sufro ataques de cólera repentinos que se apagan paulatinamente después de pegar cuatro gritos. También sufro de afonía crónica, por lo que durante un breve lapso de tiempo acudí a un foniatra que me obligaba a repetir una y otra vez "Platero es pequeño y peludo, tan suave que se diría que es de algodón" vocalizando exageradamente.

5. Me gusta dormir con patucos aún a sabiendas de que es malo para la circulación. Últimamente procuro no hacerlo debido al calor y a la reciente adquisición de "Bye, bye Celulitis" de Nivea.

6. Hasta hace poco vivía obsesionada con la escasez de agua y las acechantes restricciones, nunca entenderé bien el porqué. Ahora mi cerebro vive más relajado, dedicado a almacenar datos sobre Al salir de clase y a aprender el manejo del dreamweaver. Soy consciente de que mis obsesiones son variopintas.

7. Amo Barcelona con todas mis fuerzas y siento morriña cada vez que tengo que abandonarla, aunque sea por unos días. Me encanta asomarme a mi balcón al Paralel, sentarme en la Rambla del raval a tomar unas cervezas, recorrer una y otra vez las callejuelas de ciutat vella y sentarme en la Plaza del tripi a ver qué se cuece.

8. Actualmente me dedico a hacer máscaras de yeso, organizar gimkanas, limpiar heridas, secar lagrimones y a escuchar chistes de Jaimito. Me encantan los chistes de Jaimito. Pronto dejaré de trabajar con niños, espero.

Junio 2007

Paris y la bella Helena
Cuando una es licenciada en historia con un expediente notable y sus conocimientos reales se reducen a meras anécdotas, visitar un museo acompañada de gentes ávidas de absorver tus conocimientos puede ser muy frustrante. Pero una puede ser la reina de las comidas dejando flasheado al personal al comentar como quien no quiere la cosa que Jenner inventó la vacuna de la viruela en 1776, información con la que resumo 4 años de carrera, junto palabrejas como ProtoSescklo- Sesklo y peste bubónica.
Mi anécdota favorita la conseguí el quinto año de carrera, en la asignatura de "Arqueología submarina" -creo que en algún momento ya hablé de mi vocación frustrada como arqueóloga, así que corramos un tupido velo-. Una tarde, en medio de las naves fenicias, griegas y romanas, no sé cómo salió a colación la batalla de Troya. Mi profe sostenía una teoría, supongo qué por ello salió el tema, ya que una teoría tan bella y acertada a mi juicio es para introducirla en cualquier conversación y dejar al auditorio patedefuá.
Pues resulta que todo el tema del caballo de Troya, de los griegos escondidos en su interior, de cómo lo introdujeron dentro de las murallas , era un simple error de traducción que se fue haciendo más grande con el paso de los años, creándose esa inverosímil historia mítica. Resulta que en origen pudo ser algo bastante más creíble e incluso real, ya que en esa época una de las naves griegas más frecuentes era la denominada "hyppos", con una cabeza de caballo en la proa, dando nombre a la embarcación. Los griegos estarían dentro del barco. El barco sería introducido dentro del puerto y como era costumbre en la antigüedad los puertos se cerraban por las noches, de ahí el tema de introducirlo dentro de las murallas. Y llegada la noche, todos los griegos desembarcando.
No es bella y súper creíble esta teoría?

Mayo 2007

Home, sweet home
Recién llegada de mi pintoresca ciudad natal, constato que contrariamente a otras ocasiones, en la ciudad se han producido algunas modificaciones desde mi anterior visita, cinco meses ha, y si me descuido desde que cargada con todos mis bártulos me vine a la ciudad condal.
Pues sí, señores míos, las tendencias han cambiado. Alguien ha corrido la voz y el sector servicios se ha visto alterado en sus principios más sagrados, seguidos a rajatabla en los últimos años. No encontré una sola inmobiliaria nueva, ni una, algo que me puso inmediatamente en alerta. Y lo que es peor, agárrense: una sola panadería nueva. Una.
Algún graciosillo se ha dedicado a difundir el bulo de que el negocio del momento son las tiendas de complementos, bisutería y demás baratijas de lunares/rayas/plumas de colores, procedentes del Lejano Oriente. Muerte al minimalismo en el tocador. Y los establecimientos de esta índole se centuplican por doquier, como moscas, con todo el peligro que conlleva la palabra complemento, ya que uno puede buenamente complementarse con una boa de plumas rosa chicle o bien con unos aros en las orejas que ni la aureola del Cristo del Buen Viaje, por complementarse que no quede. El caso es después encontrar quién se complemente con una.
También he visto una tienda de esas de botes de vitaminas tamaño XL, como las que atestaban Nueva York. Aún va a ser que en mi ciudad están más preocupados por el culto al cuerpo que por meterse una buena laconada entre pecho y espalda. O puede que se trate del mismo rumor que el caso anterior, que ya sería muy mala leche. Pero sólo este pensamiento me provoca una sonrisa y por primera vez en mucho tiempo tengo ganas de volver pronto.

Marzo 2007

Hey, man!
Por ver chinos perreando
Por hacer algodón de azúcar de madrugada
Por la tarta de queso del East Village y la de zanahoria del Soho
Por no darnos la vuelta hasta cruzar el Puente de Brooklyn
Porque en Harlem da gusto ir a misa
Por quedar con un anarquista en Madison Avenue y encontrármelo por casualidad días después
Por comer uvas sin pepitas de picnic en Central Park
Por ver al hijo de Pajares en Times Square
Por encontrar al primer asiático que me pone
Por echar un sueñecito en la tienda de la NBA en la 5ª avenida
Por ver el piano de BIG
Por hacer pis en el cubo de Apple
Por ver nevada la Gran Manzana
Por probarme miles de zapatos en Greenwich Village
Por hacer planes de futuro en Broadway
Por la lámpara de la estatua de la Libertad de Begoña
Por las trolas que nos metió Hilda en la visita guiada al Metropolitan
Por ver el desfile de San Patrick con una camiseta verde

Febrero 2007

Sobresalto, desasosiego y convulsión
Estoy conmocionada, verdaderamente conmocionada. Porque siempre es muy triste que se nos vaya alguien tan joven y poniéndole cara y blablablá. Pero sobre todo porque puede que se me vaya a la porra la ídem sobre el nombre del futuro retoño de los príncipes. Y una princesa de este nuestro país que se llame Erika no puedo ni quiero imaginarlo. Seguro que Jaime Peñafiel tiene los mismos quebraderos de cabeza que yo en estos momentos.
Pero dejando esta mediática noticia de lado por un momento, estoy conmocionada porque al lagarto del Park Güell le rompieron el morro unos vándalos. Aún diría más, estoy alterada, crispada y encolerizada. No hay nada que le saque más de quicio a la pequeña arqueóloga frustrada que llevo dentro e incipiente trabajadora del mundo cultural que soy que me toquen el patrimonio. Y si es un patrimonio tan guay como ese lagarto del Park Güell, alegría de niños y mayores y símbolo de la Barcelona de mis entretelas, pues peor me lo pintas, oye.
Del amor y otros demonios
A mi primer amor lo conocí en la playa y se llamaba Juan Bosco. Tendría yo unos 8 años. Era nuevo y el más gamberro del lugar. Era un niño guapo como un sol y tenía el pelo rubio cortado a la taza, cosas de la época. Fue amor a primera vista.
Era tan malísimo que enseguida consiguió una horda de fieles seguidores para sus ideas más descabelladas. Yo, que en mi más tierna infancia tenía alma de líder (faceta que con el tiempo se fue atenuando hasta desaparecer por completo), también capitaneaba mi propia pandilla. Y claro, los enfrentamientos eran constantes, ya que mi playa era muy pequeñita y no había sitio para todos. Nosotros dos no nos enfrentábamos nunca, incluso diría que nos respetábamos y manteníamos las distancias, pero mis pequeños secuaces y los suyos siempre estaban a la greña.
Los veranos iban pasando y nosotros íbamos creciendo. Juan Bosco empezaba a apuntar maneras de lo que sería años después, y siempre iba seguido de un nutrido grupo de admiradoras, a las que tomaba el pelo todo lo que quería y más. Todos mis amigos le odiaban y a día de hoy aún es un nombre que no les hace demasiada gracia oír. Los enfrentamientos seguían, incluso llegando a llamar a los hermanos mayores de cada uno, menudos macarras de pacotilla que estaban hechos.
Pero hubo un verano que no sé porqué, nos acercamos. Medio en broma, medio en serio, me encontré siendo la novia de Juan Bosco, para disgusto de mis amigos y de las chicas de la zona. Él era un golfo, para qué nos vamos a engañar, pero me hacía reír muchísimo. Una noche fuimos al cine, toda la pandilla. Philadelphia, aquella de Tom Hanks. No recuerdo mucho más porque durante la peli él me besó. Mi primer beso. Un beso que pocas veces pude repetir. Siempre digo que tuve un gran maestro, el mejor. Y a los pocos días, el verano se acabó y él se fue.
Vinieron otros veranos y otros besos con Juan Bosco, pero ninguno como aquel primero. Cada vez era más liante, y todas las chicas de kilómetros a la redonda habían pasado por sus brazos o estaban en proceso de conquista. Pero a mí aún me escribía cartas de amor años después, me llevaba en su moto o recibía una repentina llamada telefónica para hablar un rato.
Lo último que supe de él es que estaba medio escapado después de no sé que líos que no me extrañaron nada. Los dos dejamos de ir a esa playa. Aún a día de hoy creo que sigo sintiéndome irremediablemente atraída por los Juan Bosco de sonrisa perfecta que encuentro en mi camino.

Enero 2007

Eso no me lo dices en el polígrafo
Hemos tocado fondo. O puede que techo, no lo sé. El caso es que cuando yo soñaba con el año 2000, todos llevábamos armadura robótica (o al menos vestiduras plateadas) y nos trasladábamos zumbando en un caos de naves espaciales a propulsión. Y en todos esas fantasías no había sitio para un polígrafo, máquina prehistórica de la era de la Plaza Tutti Frutti.
Atrás habían quedado los tiempos del irritante Julián Lago y su máquina de la verdad e incluso el polígrafo de Alicia Senovilla había pasado con más pena que gloria por las noches de los viernes, salvando algún episodio para el recuerdo relacionado con pelos púbicos y olores.
Pero a lo que iba, ¿qué ha pasado, qué me he perdido de un tiempo a esta parte que cuando quise darme cuenta el polígrafo ya había inundado nuestras vidas?
Todo el mundo se pasea por el polígrafo para decir verdades, de Richi Bastante a Judd, de Mónica la Virgen a Carlo Constanza di Castiglione, de la Juani y su lechuga a Marisa Naranjo . En A tu lado o en Dolce Vita, nunca tenemos bastante polígrafo, estamos ávidos de saber una verdad que el dichoso aparatejo muestra de manera irrefutable. Vamos de ¡Oh! en ¡Ah! sin parar. Dios salve al polígrafo.
Pero yo lo que quería señalar del fenómeno son dos cositas... Me encanta, me embelesa y roba el sentido la cantidad de veces que durante una sesión de poligrafía se emplea el verbo "matizar", en todas sus formas... No se puede uno escandalizar de nada a priori, ya que todo es matizable y será matizado a su debido momento, no me sean... Y la segunda y no por ello menos importante es la carrera fulgurante de Amável, ese pseudo psiquiatra con gran parecido a Pepe Viyuela a quien auguro un futuro aún más brillante si cabe (recuerden que años ha vaticiné la vuelta de las zapatillas Victoria, no me tomen por una charlatana más) que su lucrativa profesión actual. ¿Quién es Amável?¿Dónde ha estado metido todo este tiempo?
Antena 3 amenaza con demandar a Telecinco. A puntito están de salir al mercado polígrafos de colores, de bolsillo, inalámbricos y estampados de cebra. Pongan un polígrafo en su vida, señores míos, déjense llevar una vez más por la locura colectiva.
De Freud y las grandes metrópolis
En el curioso mundo de los sueños, además de caerme por las escaleras con frecuencia y despertarme sobresaltada o que se me caigan los dientes, hay otro sueño que se me repite con ciertas variantes.
La primera vez soñé que volviendo de Londres, no me acuerdo qué pasaba exactamente (supongo que perdería el avión, algo habitual en mi vida consciente) que de repente me encontraba nadando en el Támesis. No recuerdo accidentes de aviación ni ninguna tragedia por el estilo, sinó que simplemente me tocaba nadar esperando que nadie se enterara de ese capítulo bochornoso de mi vida. Fue súper cansado, tenía mucho miedo y lo recuerdo todo perfectamente, como si fuera real. Este sueño lo tuve la temporada en que mi ex novio vivía en Londres y yo visité la ciudad con cierta asiduidad.
Pues ahora resulta que tengo una amiga viviendo en Nueva York a la que visitaré en los próximos meses y el sueño, con ciertas variantes, se me ha repetido esta noche. Esta vez, nada más llegar al aeropuerto, cogía el metro tranquilamente y mi sorpresa fue al llegar a la última estación y ver que el metro se introducía en un lugar cada vez más húmedo, una especie de canal, y había que bajarse. Yo intentaba seguir a la gente, pero cada vez había más agua y más peces, estaba muy oscuro y los guardias de seguridad nos metían prisa, con lo que yo me quedaba atascada en el camino demasiado aterrorizada como para ponerme a nadar otra vez, ¡qué ya había tenido bastante con lo del Támesis, jolín!. Total, que opté por dar la vuelta y me pasaba el rato en el metro, de origen a destino, sin parar.
Curioso mundo el de los sueños, sí.

Diciembre 2006

Entre yernos anda el juego
Visto que Caco Larrañaga no tiene ninguna pesadilla navideña que echar en cara a su padre estas navidades, el caso que más me llama la atención últimamente es el del yerno de los Tous. Estoy convencida de que a los Tous, ese matrimonio tan bien avenido, tan mimetizado que parecen hermanos siameses más que marido y mujer, no les gustaba un pelo su yerno y esto les ha venido como anillo al dedo. Como anillo con osito de Tous al dedo, claro. Me imagino al yerno como al típico kinki que trae a la niña loca y a los suegros por el camino de la amargura, y esto ha sido su oportunidad para deshacerse del pesado lastre que cargaban. Porque claro, ¿a quién se le ocurre tener a alguien de la familia como jefe de seguridad de tremendo chalete? Da la impresión de que el yerno era un haragán sin oficio ni beneficio al que sólo pudieron darle un puesto como segurata, porque a ver quien lo mete en una joyería, para dejarnos en ridículo ante la Duquesita de Montoro y la Jaydi. Me encanta que todas las declaraciones de este juicio se infiltren a la prensa, como la más reciente "el fiscal recrimina al yerno de los Tous que no estamos en el Oeste". Esta falta de afecto hacia el nuevo yernísimo se vio claramente cuando el marido Tous (o la mujer, repito que es difícil saber cual es cual), al ser preguntado por reporteros de diversos telediarios estando ya el yerno en la cárcel y el albano-kosovar en coma cerebral, decía muy sonriente "pues sí, menudo susto". Y punto pelota. Eso sí, las ventas de Tous suben como la espuma estas navidades, no hay mal que por bien no venga, siempre tan sabio el refranero español.
El otro caso que me apasiona es el de la hija de Paco Marsó y su maridete, esa versión de Bonnie and Clyde moderna y de pacotilla. Pues resulta que el pobre Paco (que de pobre nada, porque me tiene un no se qué violento que me inquieta) estaba el otro día en "¿Dónde estás corazón?" resuelto a defender a capa y espada a su hija y yerno, cuando se enteró de que el yerno estaba enviando prácticamente sus memorias por carta a los periodistas, en las que aireaba todo un historial delictivo ya prescrito y un manual para cometer un atraco perfecto (para él robar un banco es "como tomarse una caña"), cómo piensa abandonar a la pobre Diana Patricia (su nombre, lo mejor del caso) en cuanto pueda en la trena amparándose en su locura. Toda su maquinación en directo, algo increible (que me pregunto yo que porqué las fuerzas del orden pierden el tiempo en investigaciones, cuando por la tele nos lo dan todo hecho, si no díganselo a Mayte Zaldívar). Eso debió pensar Paco, quien boquiabierto trataba a duras penas de mantener su pose de suegro perfecto, cuando todos sabemos que en cuanto lo pillara le rompería la crisma.
A tu lado me siento seguro
Ayer tuvimos la cena de final de máster y me da una pena horrible y el tiempo vuela y todas esas cosas. Pero a lo que quería llegar es que hemos llegado al cúlmen de nuestro retorno a la adolescencia, colofón perfecto para un máster que parecía por momentos el patio de un colegio.
Pues borrachera varias y llantos. Muchos llantos hubo ayer, y protagonizados por nosotras, las Chatungas. Una porque no sabe hacia dónde encaminar su vida, mientras la otra le daba ánimos de manera tan intensa que esas lágrimas de incertidumbre se tornaron de emoción. Horas después la Chatunga animadora (que no consoladora) lloraría desesperadamente al pensar que su bolso había ido a parar a manos ajenas una vez más, y se trataría de la tercera ocasión. Menos mal que sólo se trataba de una desaparición momentánea y el bolso estaba delante de mis narices, pero me bastó ese breve lapso de tiempo (sí, esa Chatunga era yo) para alborotar a todo el mundo y llorar gruesos lagrimones y quedar fatal cuando se descubrió que soy idiota y esas cosas que pasan cuando una lleva unas cervecitas de más. Pero es que no me podía haber pasado otra vez, mi bolso no, hay muchos más bolsos en el mundo, joder. Mi familia empieza a hacer conjeturas sobre mi estado nocturno para ser blanco tan fácil de los manguis.Y es que no hay nada peor en el mundo que te roben el bolso (bueno, la maleta con toda tu ropa, que también me ha pasado y no quiero ni pensarlo que me enveneno).
Y después de todo esto me levanto en estado semivegetativo y con cierto parecido a la Bruja Avería para enterarme de que la otra Chatunga llorona se ha dormido con la lentilla izquierda puesta y que al venirme a casa me he comprado la Diez Minutos porque en la portada contaban que Bea la Fea es novia en la realidad de su jefe en la ficción. Y me pregunto qué carajo me importan a mi esos dos.

Venus TV
Pues ya estamos aquí de nuevo, recién llegaditas de París cual baguettes humeantes, para descubrir que en nuestra ausencia el invierno ha llegado por fin a Barcelona. Y nos encontramos con la ardua papeleta de encontrar nuevo compañero de piso antes de dos semanas, fecha en la que volveremos a casa por navidad como el turrón.
Y es un verdadero coñazo buscar compañero de piso, sobre todo porque estoy convencida de que ya hemos agotado nuestra dosis de fortuna en las dos últimas ocasiones, en las que la convivencia ha resultado ser una quasi hermandad.
Las dos últimas, porque los primeros meses en Barcelona, conviviendo con Vitor, fueron una pesadilla. Era como vivir con una negra sombra que te asombra. Este chico era un personaje muy habitual en Santiago, absorvido por el nacionalismo, siempre en círculos políticos y sólo interesado en hablar de política. Y conmigo, como podeis suponer, pues no tenía mucho de que hablar. Aún recuerdo la cara que puso el día que estrené mis preciosas botitas doradas.
Vitor era tartamudo, salvo cuando hablaba de política, que le brillaban esos ojillos saltones que tenía. Vitor era un personaje sin igual, que se había venido a Barcelona medio exiliado, medio repudiado por esos que consideraba sus amigos. Decidió venirse porque de aquella se había echado una novieta catalana y se lió la manta a la cabeza y pidió la Séneca, como nosotras. Con tan mala suerte, que como todos sabemos la burocracia va lenta y en la universidad de Santiago mucho más, con lo que cuando se resolvió todo el papeleo ya esa novieta lo había dejado y se había echado una santiaguesa que según él se parecía a Ornella Mutti (me guardo mis comentarios porque la pobre chica no tiene más culpa que haberse enamorado de ese elemento).
Pues Vitor, vegetariano pero practicante de pesca deportiva, pasaba sus días sin nada que hacer, salvo sacarnos de quicio. Pese a lo semisabático que fue mi primer año en Barcelona los primeros meses yo tenía que madrugar para ir a las clases de catalán a las que nos toca ir a todos los que nos mudamos a este país y todos, absolutamente todos los días llegaba tarde porque Vítor tenía el baño ocupado. Total, que se duchaba con toda la parsimonia del mundo y ya estaba listo para papar moscas hasta ir a clase por la tarde, su actividad diaria.
Vitor hacía muchísimo ruído al comer, y no exagero. Tanto que cuando su cena vegetariana consistía en leche con galletas y no en un bocata de patatas fritas y chocolate, como solía, yo tenía que irme a mi cuarto para no oirle sorber de aquella manera. Sólo de pensarlo se me ponen los pelos de punta.
Le gustaba dibujar, y la verdad es que no lo hacía mal. Cada día había dibujos nuevos colgados en su habitación que yo iba rápidamente a curiosear, sobre todo cuando entramos en la etapa de los autoretratos. Dibujaba escenas eróticas en playas y lugares varios, abrazado a una chica. La verdad es que él estaba muy logrado, pero mi sorpresa fue mayúscula un día, al ir a ver los dibujos, cuando descubrí que a los pequeños alter-ego de Vitor de un día para otro les habían salido órganos sexuales, y menudos, oiga. Siempre pensé que ese día Vítor tenía en su agenda "no olvidar ponerle polla a los dibujos". Que menudo susto me llevé, pero en cuanto me recuperé organizaba visitas clandestinas a su cuarto para ver los dibujos, con mucho éxito entre mis amigas.
Pero un día llegó a casa diciéndonos que se volvía a Galicia. Que en Barcelona, allí donde se fue a cursar una especialidad matemática que en Santiago no había, en tres meses ya se lo habían enseñado todo. Que estaba a punto de entrar en un grupo como guitarrista (cosa que me asombró sobremanera, ya que todos los días le oía practicar con su guitarra un continuo "tin-tin-tin" suavecico) y a colaborar en una radio independiente, no fuéramos a pensar que era porque no se integraba, no. Y por su novia tampoco era, cómo podiamos decir eso.
Lo único que sé es que esa noche, cuando entré en el baño y encontré a Sabe lavándose los dientes, las dos nos sonreimos a través del espejo.
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Caga- tió
Una de las cosas que más me gusta de Barcelona es que siendo una gran ciudad cosmopolita y todo eso que ya se sabe ha sabido conservar el carácter independiente de cada uno de sus barrios como si se tratara de pequeños pueblitos autónomos y todo tipo de tradiciones que la gente cumple año tras año sin falta y con mucha devoción.
Que si los desfiles de dragones en la Mercè, ese peligro que son los correfocs (desfile/carrera en el que un demonio echa fuego y la gente se quema literalmente, por lo que cada catalán que se precie tiene su conjunto de ropa innífuga), comer pan con chocolate en la Mercè, comer castañas y boniatos en la castanyada... Mucho comer y mucho alternar por las calles, que es lo que tiene el clima mediterráneo.
Pero si hay algo que me gusta, que me tiene loca, es el "Caga-tió". Doy las gracias a mis niños del cole por el interesante debate al que pude asistir hoy en una de mis mesas sobre el susodicho objeto.
El Caga-tió, que no el caganet, (son muy escatológicos los catalanes, he de decir) señores míos, es un tronco. Un tronco de verdad, pero hueco. Hay Caga-tiós de todos los tamaños y se venden en los mercados navideños. Pues el invento se pone en navidad, no sé exactamente cuando ni hasta que día, porque tiene unas reglas muy ortodoxas, y se le alimenta durante unos días a base de frutas hasta la Nochebuena, mimándolo cuidadosamente. Es muy sanote el Cagatió y va comiéndose todo de la misma manera que los Reyes Magos prueban por educación un polvorón y un sorbito de champán, y todo el proceso se ve facilitado porque al Caga- tió se le pone una manta para que no se enfríe y por debajo de la manta se lleva a cabo la engañifa. De hecho este era el debate de mis niños, si el Caga-tió comía o si se lo comían los padres como decía el espabilado de turno, momento en el que intervine rápidamente para que no pierdan la ilusión antes de tiempo.
Pues llegado el día de Nochebuena, los niños armados de palos, le cantan al Caga- tió su canción y le dan golpes, para que este literalmente cague los regalitos, que no deberían ser otros que chucherías varias y turrones, aunque se dice que el Caga- tió ya caga hasta playstations.
Y lo mejor de todo si cabe, es la cancioncilla. Me costó bastante, pero conseguí que los niños, entre risas, me la cantaran...
"Caga tió, tió del bo, si no, et dono un cop de bastó.
Tió, tió, caga torró, si no cagues per Nadal, et donarem un cop de pal"
Entonces se destapa la manta y voilà...

Noviembre 2006

¿Por qué los hombres tienen pezones?
Esta mañana dominguera la he pasado en el Salón del libro, rodeada de idems por todas partes y reafirmándome en que yo quiero pertenecer a ese mundillo, hacer informes de lectura, fajas para los libros y decidir si un libro se publica porque a mí me da la santa gana de que se publique.
Un par de libros me llamaron la atención, pero yo iba sin un duro y por mucho descuentillo que te aplicaran sigue siendo más barato comprarlos en la FNAC. Uno de ellos era el "Libro de la buena educación", un manual de protocolo que me hubiese gustado regalarle a Ra para que de paso me lo prestara. En él se detallaban todas las normas básicas del protocolo más rancio y he descubierto que acercarse a alguien preguntándole si se acuerda de uno es de mala educación, tomen nota.
Otro era un libro muy curioso y muy chorras, titulado "¿Por qué los hombres tienen pezones?" que respondía a bobadas del tipo qué son los mocos y las legañas, si las ostras son afrodisíacas y la respuesta a la pregunta que da nombre al libro y que si quieren saberlo se lo compran. Es decir, manual de supervivencia intelectual. Estaba justo al lado de uno que llevaba por subtítulo "Cómo acabar con los intelectuales" y que venía acompañado de un test para descubrir si uno mismo era un "intelectualillo" potencial. Sólo leímos la primera pregunta, que era la siguiente:
"Tu primera cita con el amor de tu vida, qué haces?:
A) La llevo a una hamburguesería (algo así tope cutre)
B) Le canto un nosequé que la impresione(opción intelectualilla, entonces yo me retiré)
C) La tomo de la mano (bonita opción que suscribí)
Todos estos libros estaban en el stand del Grup62, que yo pensaba que había sido absorvido ya por Planeta, pero parece que en el último momento han reculado. Debe ser a raiz de la manifestación que tenían montada en las puertas del macroedificio Planeta el pasado jueves, con pancartas que rezaban "Planeta nos compra, Planeta nos estafa" o algo así (perdonen la imprecisón, pero me encontraba en medio de mi examen de conducir y galopando la temible Diagonal). Menudo mundo éste. Ya nos lo avisaron en aquella reunión informativa del Máster en mundo editorial de la que Ra y yo salimos corriendo. Ra sobre todo, porque se había echado momentos antes un producto nuevo de Sephora que aumenta el tamaño de los labios y parecía Carmen de Mairena.
Y un último apunte editorial. Mi ex novio, ese que no ha leído demasiados libros en su vida pero que se cree con el deber de adoctrinarme literariamente entre otras materias, cuando empezamos a salir me aconsejó que leyera un libro que le había marcado mucho en su infancia. Yo, cegada por el amor, lo leí rápidamente. Era un libro que se llamaba "El príncipe de la niebla", y me pareció que debía estar muy bien cuando el lector tiene menos de 12 años. Y ahora acabo de caer en que es uno de los libros que escribió Ruiz Zafón antes del gran éxito de la "Sombre del viento", libro que recomiendo fervientemente. Y ahora que me da como cosa reirme tanto de esa anécdota.
Keith, como Keith Richards
Parece que a a la gente le cuesta hablar de sexo con naturalidad, que les da pudor. Aquí en Casa de las Chatungas es el pan nuestro de cada día; hablamos de sexo al desayunar, viendo la tele, de paseo y en el baño. Hablamos de sexo a todas horas, somos unas machotas. Ya en mi piso de Santiago era un tema muy socorrido, incluso teníamos un metro en el salón (por llamar de alguna manera decente al cuartucho conocido oficialmente como "el zulo") que nos daba mucho juego en este sentido.
Pero creo que mi insensibilidad esta alcanzando cotas peligrosas. Ayer viajé de Manchester a Newcastle sin salir de Barcelona. Ayer me preguntaron si unos besos no habían significado nada para mí y mentí como una bellaca. Y hoy me desperté sintiéndome un vulgar machote, y me pregunto si tendré solución o irremediablemente mi corazón será una piedra para siempre.
10 razones...
por las que "Yo soy la Juani" es absurda, horrorosa y grotesca.

- Porque La Juani es tonta del bote y va de lista y Dani Martín hace de Dani Martín, ya sea en el Canto del loco o como miembro de la Banda del Bate, con lo que lo borda.

- Porque acabas hasta las narices de viva la Juani, de yo soy la Juani y de la puta de la Juani. Y porque el móvil de la Juani es una pesadilla.

- Porque la madre de la Juani se pasa friendo pimientos y cantando "como una ola" y el Jonah sentado en el suelo a lo largo de al menos cuatro días de la vida de la Juani.

- Porque no se sabe cual es la dolencia del padre de la Juani. Sólo sabemos q bebe mucho y q en momentos de locura se echa aceite (o vinagre, no queda claro) por la cabeza.

- Porque la primera noche de juerga en Madrid no sabemos porque las persiguen unos hombretones grandes y peludos. Menos mal que había una oportuna montaña de neumáticos donde esconderse.

- Porque la Juani, poligonera tuja donde las haya, se va a Madrid y de golpe y porrazo, como una Pretty Woman moderna en Fuencarral, se viste y se peina con mucho estilo, rollo HyM. Y no contenta con eso, lo primero q hace es comprarse un collar de Tous, algo incomprensible e incluso intolerable. Pero en cuanto pone un pie en casa, vuelve el tanga por fuera, la falda q se pasa de mini y la barriga al aire (ese look q todos conocemos ya).

- Porque a la Vane le sale todo muy bien, a pesar de ser violada por su novio en casa de sus padres, con éstos en el salón. Llega a Madrid, se hace peluquera, se hace las tetas y se lía con un futbolista. Queremos saber más de la Vane, no de la pesada de la Juani. Nada de "La Juani en Hollywood", como se amenaza, sino "La Vane en Lavapiés".

- Porque la Juani no gana para zapatos, de tanto tirárselos al Jonah, cada vez q el muy capullo le pone los cuernos en el taller con la Nadia. Pero es q la nuez del Jonah es como una polla y todas caen en sus redes irremediablemente.

- Porque en medio de la película te meten, de manera poco sutil, un videoclip de la Mala Rodriguez.

- Porque no paran de salir tetas que no vienen a cuento. Que ya sabemos q vamos a ver una de Bigas Luna, pero tetamen en exceso.

La vida, querida Juani, no es de color de rosa, como tú bien dices.
Antares
La primera vez que fui consciente de los orígenes de mi madre fue en la boda de mi tía, cuando ésta llevaba unas copitas de más y hablaba sin cesar. Mi madre decía que todas las cosas raras que ocurrían en su vida se debían a sus orígenes extraterrestres. Porque mi madre es extraterrestre.
Mi madre es de Antares, la estrella más brillante de la constelación de Escorpio. Yo a mis 13 años no me lo creía, por supuesto, pero las circunstancias me harían dudar con el paso del tiempo. Es una historia preciosa, digna de ser contada.
Antares, a pesar de ser una estrella, tiene vida. Pero es un sitio tan pequeño, tan pequeño, que sus habitantes tienen que abandonarlo y lo hacen con alegría. Porque los antareanos, que así es el gentilicio, lo hacen todo con mucha alegría. Los antareanos, diminutos como pulguitas de playa, son introducidos en pompas de jabón y enviados hacia La Tierra de un soplido.
Mi madre siempre explica que ella estaba flotando por el aire cuando se encontró con una boca gigante. Mi abuela, bostezando desprevenida, se la había tragado. Y sin darse cuenta se había quedado embarazada de una antareana, que empezó a crecer feliz dentro de su tripa.
Los antareanos no comen demasiado. Creo que es porque tienen miedo de que si ocupan demasiado volumen los enviarán a otro planeta. Mi madre se contenta con unas tostaditas y un yogurt, aunque de vez en cuando, si cree que nadie la ve, se zampa un buen pedazo de algo bien dulce. Por esta misma razón, deben buscar su energía en algún lado, y la consiguen fácilmente a base de energía solar. Mi madre se pasa horas tumbada al sol en la playa, sin bañarse ni nada, simplemente cargándose. Y los días de lluvia -y allá donde vivimos son muchos cada año- ella está triste y alicaída, con el cuerpecito dolorido.
Pero hay una cosa a la que no consigo acostumbrarme, por mucho que pasen los años. Lo más parecido al gas que respiran en su estrella, es el ambientador. Cualquier tipo de ambientador, cuanto más fuerte y pestilente mejor.
Desde que conozco la procedencia de mi madre encuentro muchos sitios – desde una guardería hasta un grupo de música folk - que llevan el mismo nombre, Antares. Mi madre dice que es normal, que son muchos.
Para mi es un orgullo tener una madre que no es como las demás, con una visión del mundo completamente distinta a la del resto por el singular hecho de no pertenecer a él. Y me encanta que explique mis problemas mirándome a los ojos y diciéndome “claro, eso es porque tú eres medio antareana”.

Octubre 2006

Miedo no
Hay gente que nace predestinada para ser valiente en esta vida y llevar a cabo grandes gestas con las que pasará a la posteridad. Yo no, lo tengo claro.
Yo no destaco por mi valentía y por mi audacia. Y el problema más grave es que mi valentía, escondida en lo más recóndito de mi ser, escoge los peores momentos para dar la cara.
Mi primer acto de valentía espontánea fue el primer año de instituto, concretamente el último día de clase. Allá estaba yo jugando inocente a tirarme globos de agua con mis compañeros de clase, con lo de peligroso que tiene ese juego según mi abuela, que provoca frecuentes roturas nasales. No, no era este hecho mi acto de valentía; continúo, pues. En ese entretenimiento me hallaba cuando se me acercó uno de los Malotes, clan de macarrillas muy popular en mi ciudad, que tenía su hábitat natural justo al lado de mi instituto, en Las Jaulas de la Alameda, lugar que les venía al pelo. Pues lo dicho, se me acercó Damián el Malote y me exigió que le diera uno de los dos globos de agua que llevaba yo bien llenitos. Ante mi negativa, Damián optó por explotarme uno de los susodichos globos encima. ¿Y que hice yo, en un arranque de valentía? Pues corresponderle explotándole encima el globo restante, para su sorpresa y para la mía, todo sea dicho, como un acto reflejo. Entonces se materializaron a mi alrededor unos cuantos Malotes más y me tiraron de cabeza al estanque de los patos. He de decir que el último día de clase es frecuente que alguno acabe en ese estanque, pero yo ese día no tenía ese destino hasta el incidente con los Malotes. Lo único que recuerdo gracioso fue coincidir yendo a casa con mi amiga Begoña, que también había acabado por no sé qué motivos en el estanque de los patos, caminando muy indignadas hacia casa, chorreando. Y conservo fresco un odio profundo y visceral hacia Damián el Malote.
Mi segundo y último arranque de valentía fue esta misma noche, en el Papillón (pronúnciese Pápilon). Concretamente en la puerta del susodicho bar. Pues acababa de despedir a Ra, que se me dormía para variar y me disponía a reintroducirme en el local, cuando los porteros, en esta ocasión dos negros de dos metros cada uno, me negaron la entrada alegando que si había salido ya no podría entrar, cosa que me indignó sobremanera y procedí a un intercambio de opiniones más comúnmente denominado tocar los huevos al personal. Los dos sujetos no se apeaban de la burra y yo menos, así que argumentando que si no me dejaban entrar, tranquilita y silenciosa como estaba, procedería a hacer ruído para despertar al vecindario. En buena hora se me ocurrió tal amenaza, porque al primer gesto de llamar a los telefonillos del portal de al lado del local, que es la peor cosa que le puedes hacer a uno de estos sujetos porteriles, uno de los mismos me enganchó por el cuello y me empujó contra la pared. ¡A mí, con lo poquita cosa que soy, que sobra un brazo para abarcar mi envergadura, que caben 40 como yo en un 4x4! Mi arranque de valentía continuó con unos berridos amenazantes sugiriendo por su bien (¡ja!) que me soltara, cosa que afortunadamente hizo. Creí oportuno el momento para poner pies en polvorosa, pero de camino fui llamando a todos los telefonillos que encontraba a mi paso, como pequeña venganza personal que se traduciría en unas cuantas denuncias más para el local. Recordemos que allí hace unos meses me robaron el bolso y en la comisaría me enteré que acumulaban cienes y cienes de denuncias. Pues mientras iba yo despertando al vecindario me fui haciendo con una pandilla de seguidores que debían pensar que yo era una pequeña gamberra urbana, e incluso me pareció oir una petición de matrimonio.
Me fui disparada a buscar a Albert, fuente inagotable de consuelo y bienestar, y de repente reparé en lo que había pasado, que esos sujetos eran los mismos que habían palizado a Juan Lindo unos meses atrás y al ser consciente de todo me asusté un montón, todo esto a posteriori, claro. Y lloré y lloré, hasta que me cansé.
Cadillac solitario
Hay lugares mágicos en la vida de cada uno. Lugares que cuando vuelves, la cabeza te da mil vueltas. Sitios en los que parece que respirar es más fácil, que el aire es más puro. Y ayer volví a uno de ellos, el Tibidabo.
La primera vez que estuve allí fue hace cuatro años, creo recordar, cuando vinimos a visitar a Noa, que de aquella se dedicaba a dar de comer a los pingüinos del aquarium. Después de una noche surrealista como pocas, acabamos sentadas delante de La Sal (aquel gran antro en el que cada noche era un aventura) en un sillón que supongo esperaba pasar a mejor vida delante de un contenedor. Allí estuvimos un buen rato hablando con Raimon y con Ferrán de la gripe asiática o la de los pollos o yo que sé de qué enfermedad hablábamos de aquella, cualquiera posterior a la de las vacas locas (época en la que mi hermano Carlitos Mosquera había decidido esperar la muerte sentado en un sillón porque dado su elevado consumo de carne en casa de mi abuela tenía todas las papeletas para desarrollar la enfermedad).
Pues lo dicho, allí estábamos sentadas, parloteando ya de mañanita con estos individuos, cuando nos percatamos que un par de chicos de buen ver nos observaban desde una distancia prudente y nos reían todos los chistes, sin atreverse a acercarse, intimidados por nuestros nuevos amigos. Al cabo de un rato dejamos a estos chicos y nos dirigimos a casa, y en el camino un coche nos pitó y se paró. Eran los chicos que nos observaban. Nos invitaron a ir a desayunar, y allá nos fuimos, sin pensar, contagiadas aún por el ambiente festivo de la noche que alargábamos. El conductor se llamaba Marc, y tenía una sola rasta, muy finita. Amor a primera vista. Por mi parte, y por la de todas mis amigas.
Marc, que era músico y repartidor de La Vanguardia, nos sugirió subir al Tibidabo, a ver la mejor vista de Barcelona. Subimos dando tumbos, pillando las curvas a lo loco. Marc nos hablaba, sin mirar la carretera, mientras de fondo sonaba Stevie Wonder. Ahora me parece una situación de lo más ridícula, pero en el momento la vida era maravillosa. Nos daba igual despeñarnos, si nos despeñábamos con Marc. El recién conocido y maravilloso Marc.
Y llegamos arriba. Y la mejor vista del mundo se presentaba a nuestros pies, junto al antiguo parque de atracciones. Y llenándome los ojos de Barcelona decidí que yo quería vivir aquí, y volver a ver esa vista y a Marc.
Después nos llevaron al Laberinto de Horta (allí donde Bustamante grabó uno de sus últimos y exitosos videoclips). Tratamos de saltar la valla cuando el portero se acercó y nos dijo que esperáramos un rato, que abrirían la puerta y ese día no sé porqué era gratis. Nos pasamos la mañana tumbados al sol, contando historias, mirando a Marc embobadas, intentando seguir alargando el tiempo, intentando olvidar que esa tarde volvíamos a Galicia.
Y cuatro años después, aquí estoy. Y ayer, descifrando el mapa desde lo alto me acordé de aquel día, de todo lo que ha llovido desde entones y lo que está por caer. Y de lo feliz que soy.
Madre no hay más que una
No sé si alguna vez he hablado del origen extraterrestre de mi señora madre, de la mismísima estrella Antares, de la constelación de Escorpio. Si no lo he hecho ya lo haré en otro momento, porque la última de esta gran mujer que nos dio la vida a mí y a Carlitos Mosquera es muy buena.
En mi casa somos muy de brujas, velas y conjuros. Tanto que tenemos a Jero, nuestro propio gurú, un argentino con una mirada tan penetrante que se te erizan los pelos de todo el cuerpo al notar como te está leyendo el aura. Gracias a Jero y a sus conjuros con velas, amuletos y demás, estoy licenciada. Que sí, q yo estudio mucho y todo eso, pero aquellos dos créditos que no me querían convalidar ni de broma en Santiago por haber hecho un cursito de catalán y que necesitaba urgentemente para volverme a Barcelona a seguir teniendo subidones de felicidad y con un título bajo el brazo, pues para mí son obra y gracia de las energías positivas de Jero, que tengo mucha fe en él, coñe.
Pues mi madre, que en su trayectoria cuenta con haber asistido a un exorcismo o haber publicado una oración a San Judas Tadeo en el Diario de Pontevedra para que mi hermano encontrara de una vez su camino en la vida, ha vuelto a visitar a una bruja. Y antes de nada he de decir que mi madre es una mujer normal, muy especial, pero normal. Ni una beata ni una rarita, simplemente pelín supersticiosa.
Pues esta última bruja a la que visitó hace poco les dijo que le habían echado un mal de ojo a la familia de su marido, por lo que claro, ella también necesitaba purificación, por si acaso. Las energías negativas esta Señora Bruja las captaba mediante bostezos. Lo mejor de todo es que la chica que trabaja en mi casa, liada por mi madre a acompañarla, también bostezaba contagiada por la Señora Bruja. Menudo cuadro.
Pues el remedio para limpiar el mal de ojo era pasar nueve veces por debajo de un puentecillo que había en aquel pueblo y cruzar un regatillo que corría por debajo, pero sin que pasara ningún coche encima del puente durante las nueve veces porque habría que volver a empezar. El caso es que mi madre, con sus zapatitos nuevos de Pilar Burgos no podía ponerse a cruzar ríos de ningún tipo, con lo que la Señora Bruja, muy precavida, le prestó unas katiuskas de la talla 40, con lo que mi pobre madre pensaba, de vuelta en vuelta, que el mal de ojo se lo quitaría, pero que de allí salía con una pierna rota seguro.
Grandes momentos de mi familia. Prometo más capítulos.
Niños/niños, Futuro/futuro
Trabajar con niños puede ser algo maravilloso o la tortura más grande del mundo. Yo aún no he decidido en que bando estoy. Hay días que pienso que, a pesar de la afonía, del estrés y de que me tomen por el pito del sereno, es un trabajo fantástico. Y otros, como ayer, víspera de puente, en los que desearía estrangular a unos cuantos sin pensármelo un segundo.
Entre los más pequeñitos hay una mesa que cada día me dedica la siguiente canción: "Natalia se ha hecho pis en el saco de dormir". Ahí empieza una sucesión de momentos escatológicos protagonizados por mí. Cada día.
Tengo un club de fans de unos 6 años a los que doy clase de gallego entre bocado y bocado y que entremedias me cuentan chistes del tipo:
- Qué le dice un espaguetti a otro espaguetti?
- "Oye, mi cuerpo pide salsa..." (Este va para tí, Vargtimen)
Otro grupo se dedica a llamarme "Zanahoria" a voz en grito (o su variante catalana, Pastanaga). Lo más curioso es que el cabecilla de este grupo es pelirrojo, pelirrojo, y pelirrojo natural, evidentemente.
Tengo otro grupillo de niñas, a los que ya ni me acuerdo cómo, les conté la historia de que cada noche me convertía en mariposa. Cada día se añaden más detalles a la historia original, que las niñas siguen con entusiasmo (y alguna pequeña duda), como que me convierto repentinamente tras un estornudo. Nada más llegar, siempre hay alguna que me pregunta si esa noche también me convertí en mariposa.
Por el comedor van pasando niños de todas las edades. Hasta de la ESO (un escalofrío recorre mi espalda). De esos prefiero mantenerme apartada, ya que no conocen la educación ni las buenas maneras. Y yo no es que emane autoridad precisamente. Y menos ahora que me han puesto un gorro que parece la redecilla de los rulos por el que tengo que explicar a todas horas que no tengo piojos ni nada parecido si no que Sanidad obliga.
Después del comedor tengo que bajar al patio a buscar a los de 6º, que son mis niños en propiedad, y vigilarlos hasta que llegue su profesor, gran pope de la autoridad sobre estos salvajes. Ayer castigué a los tres primeros de lo que presiento será una larga lista (con 10 minutos menos de recreo, tranquilos, no con agujas bajo las uñas).
Pero claro, después viene una niña, que con toda su buena voluntad me regala una foto de María Isabel en pijama en su camita, bajo un crucifijo, y vuelvo a pensar que trabajar con niños puede ser algo maravilloso.

Septiembre 2006

Leonoristas de toda la vida
Hay un nuevo concepto entre los monárquicos acuñado por Rosa Villacastín, que se trata de ser leonorista por convicción, que no por tradición. Este grupúsculo con aires de grandeza, que llegará lejos no quepa duda, me tiene loca desde el primer momento en que lo oí nombrar el mismísimo día en que se anunciaba que Doña Le estaba embarazada de otro pequeño parásito. Ser leonorista, como su nombre indica, es ser partidario del futuro reinado de Doña Leonor, contra viento y marea, a pesar de que el próximo que venga sea un varón, siempre con doña Leonor y la no discriminación monárquica por el sexo.
Creo que soy yo la única que no ha sucumbido a los encantos de la susodicha Leonor y que incluso llega a los extremos de compararla con un león marino (por su graciosa manchita nasal y por su rollizo desarrollo, pero sobre todo lo primero). Creo que esa manchita debe ser la desgracia de Doña Le, esa musa de la escalada social. Me la imagino llorando cada mañana al verle la carita a su inmenso retoño. Tranquila, Doña Le, que haremos un bote todos los españoles para sacarle ese antojillo y aquí no ha pasado nada. Además, que no es fotogénica la niña, por mucho conjuntillo ibicenco que su madre le ponga. Más le valdría preocuparse a ella por su manera de vestir, que ejem, necesitaría otra entrada. No me cae bien Doña Le, por si quedaba alguna duda. Yo siempre fui de Eva Sannum, que me parecía una historia de amor más natural y menos protocolaria. Pero cuando Doña Le se casó con su profesor ya se le vio el plumero...
De todos es sabido mi adoración por los hijos de la Infanta Cristina, sobre todo por el mayor, "el niño que nunca pudo sonreir" y por otro de ellos, el que parece un marciano al que se le salen los tremendos ojazos azules de las órbitas. Y la pequeña, que esa sí que es feúcha, también pelea por entrar en el ránking de mis favoritos.
Poco antes del nacimiento de Leonor, cuando estábamos convencidas de que mediante la selección de embriones el alumbrado sería un varón, teníamos una pequeña porra casera para ver que nombre le pondrían. Teníamos en la manga los nombres asturianos, por si acaso, pero no le dábamos demasiada credibilidad. ¿A dónde íbamos con un rey llamado Pelayo? Sobre todo teniendo ya a Froilán I de Galicia. Creo que lo que más sonaban eran del tipo clásico. Yo votaba por Carlos, creo recordar, y Ra por Jaime, o Fernando, no me acuerdo bien. Sonaban otros como Luis (demasiado francés para mi gusto), incluso Rodrigo (muy literario a la par que evocador). El caso es que nació niña y se llamó Leonor, cosa que nunca hubiéramos imaginado. Pero si se ponen así de complicados, nosotras más. Desde aquí, queda inaugurada la porra del segundo. Al ganador ya veremos que le damos, pero algo le caerá. Yo me mantengo en Carlos si es niño, y si es niña tengo que pensarlo detenidamente. Que haya suerte.
Petit robe noir
Tengo un vestido nuevo, negro y elegante a la par que moderno y estiloso. Un vestido bonitísimo que me hace parecer una mezcla entre Audrey Hepburn y Miércoles Adams, si se pueden conjugar a estas dos damas de alguna manera, y en pelirrojo para más inri. Un vestido que estaba pidiendo a gritos un evento, un acontecimiento social de envergadura en el que poder lucirse en todo su esplendor.
Y el caso es que esta mañana, recién levantadita y con una resaca caballuna motivada por los excesos de las fiestas de la Mercè, me entero de que nos vamos de boda otra vez, pero aquí en Barna, ya que a mi amigo Jose le ha dado por casarse repentinamente, ha vuelto con su ex novio y que se me matrimonian.
Me puse a pensar en esa boda y puede ser la bomba. Es mi primera boda gay, que es algo que hoy en día todo el mundo debe tener en su lista de eventos del año, junto con un fin de semana en un spa y un blanqueado dental.
Los novios se pelean por ser la más diva y la más moderna del lugar, con lo que espero que en el gran día no se tiren los trastos a la cabeza. El tema de los invitados también puede ser motivo de jolgorio, ya que entre sus íntimos se encuentran los personajes más extraños que he visto en mi vida, mucho politoxicómano, algún travesti y un montón de locas, y me los imagino a todos codo con codo con la madre de uno de los novios, que aunque debería estar más que curada de espantos, evidentemente no lo está tanto.
Estoy súper impaciente y a la expectativa. Y muy emocionada.

El Estrella Galicia
Había una vez, hace muchos, muchísimos años, un tren q se llamaba Estrella Galicia y que hacía el recorrido Vigo-Barcelona. Ese tren era súper moderno, veloz y cómodo. Pero con el paso de los años, con la llegada de trenes más modernos, con el AVE, con las nuevas tecnologías, el Estrella Galicia se fue quedando antiguo, casi una reliquia, pero sigue con sus viajes, poquito a poco y sin visos de ser sustituído por otro tren más moderno.
Esta sería la parte poética de la historia. Pero la realidad es que el tren que une Galicia con Cataluña tarda 16 horas en llegar a su destino. Y eso con suerte. Que llegas antes a NY, coñe, que se dice pronto.
Me acuerdo de esta joya de la corona porque esta mañana ha llegado una amiga de Pontevedra después de 20 horas de viaje. Resulta que cuando estaban a punto de salir de Galicia dieron la vuelta porque el tren estaba estropeado. Y me acuerdo de tantas historias en ese tren...
Porque cuando nos vinimos a Barcelona hicimos unos cuantos viajecitos en este tren, antes de que las ofertas de avión cada vez más asequibles nos dieran la posibilidad de no perder un día de nuestra vida metidas en ese tren. He visto de todo en él.
Me acuerdo de una pandilla de un pueblo perdido de Galicia, miembros de las Nuevas Generaciones, que se tragaban todo ese viaje sólo para ir a Crónicas Marcianas y volver a casa. Tal fue el revuelo que montaron en su pueblo, que fueron noticia de la edición local de los periódicos más importantes de Galicia, y se llevaban los recortes cuidadosamente doblados en el bolsillo y se lo enseñaban a todo aquel que quisiera verlo. Esta pandilla mataba las horas haciendo botellón e incluso hubo un escarceo sexual entre una de las chicas y un chico que se iba de interrail, en el vagón de las bicicletas. Que digo yo que menos mal que eran de Nuevas Generaciones éstos...
Me acuerdo de unas señoras catalanas que se llevaban todo un cerdo muerto desde Galicia a su tierra para agasajar a sus familiares, y se pasaron toda la noche acomodando los lacones, los jamones y muriénose de risa.
En otro viaje coincidí con una señora con problemas de incontinencia. Pues resulta que otro de los inconvenientes de este tren es que las puertas de los compartimentos o bien no cierran o no se abren, y esta señora se levantó en medio de la noche para ir al lavabo ( merecen comentario aparte), y al no ser capaz de abrir la puerta, muy resuelta exclamó "bueno, pues yo me meo aquí". Rápidamente nos levantamos todas y la puerta se abrió a la fuerza.
En ese tren hace muchísimo calor. O muchísimo frío. Siempre te sorprende. Nunca hay sitio para las maletas de todos y hay que hacer verdaderos mosaicos para encajarlas todas en ese pequeño habitáculo que llaman compartimento. Y los baños... pues os podeis imaginar. Yo aconsejo ir al baño al salir y aguantar, aguantar todo lo humanamente posible, que sólo son 16 horitas.
El caso es que este verano fui en tren de Zagreb a Sarajevo, durante 10 horas. A mis compañeras de viaje les parecía un tren especialmente tercermundista. A mí me tenía un nosequé familiar, muy familiar. Incluso diría que era más moderno.
Encuentros nocturnos
La vida es un absurdo en el que las situaciones se repiten cíclicamente. Y entonces, después de año y pico, estrenando bragas de la misma tonalidad exacta que aquellas que actuaban mágicamente como imán, nos encontramos de nuevo, sin esperarlo, mi Encantador de serpientes y yo, con el poder que tenía sobre mí atenuado por el tiempo, pero como una señal en el momento justo para que vuelva a lo mío y eche tierra de nuevo encima de lo que enterré hace tiempo, que su momento ya pasó.
"Bragas nuevas, caras nuevas", nuevo leit motiv de la Casa de las Chatungas.
El niño de las antenas
Recuerdo una tarde de resaca, tirada en la cama y con las ventanas abiertas al Paralel, en la que lo oí por primera vez. Primero tímidamente, pero cada vez con más fuerza.
Recuerdo que salí al balcón y no lo encontré, y me pasé muchos meses buscándolo en vano, intentando descubrir desde donde gritaba, desde donde me sacaba de quicio ese niño.
Desde aquel primer día han sido muchas las jornadas en las que lo oía, que ya me estaba volviendo loca ese niño, que hasta pensé por un momento si sólo yo lo oía. Que ya tenía nombre y todo, "el niño de las antenas" (porque al no poder localizarlo para pegarle yo a él cuatro berridos, lo ubicaba en el terrado del edificio de al lado). Día tras día, él no se cansaba y yo no perdía la esperanza de pillarlo por sorpresa y pedirle que se callase, que me molesta, que me rompe los oídos con sus grititos.
Pero hoy todo ha cambiado, de repente. Él sigue gritando, berreando, desgañitándose. Pero ahora resulta que mi niño de las antenas es un loro. Y ya no me molesta que grite, lástima de perder un nombre tan bonito como el que le había puesto.
La audiencia ha decidido...
Impaciente. Expectante. Incluso ansiosa y todo diría yo que estoy porque hoy empieza el nuevo Gran Hermano. Que ya van 8, quien lo iba a decir con aquellos primigenios Granhermanianos que nos provocaron albricias y zapatetas con un par de detallitos relacionados con una pierna por ahi y un bocata de chorizo por allá. Que grande el Big Brother.
Hasta los entresijos de aquel primigenio gran hermano me sabía yo, que de aquella vivía mi (corta) época dorada con el que hoy es mi exnovio y como es muy rebelde y muy revolucionario, y su padre lo era más todavía y estaba abonado a la Ardi Beltza de Pepe Rei, pues me habían dejado para leer un librito sobre todo aquello que las cámaras ocultaban tras la imagen de la sempiterna pecera. Que si Ania era un topo, q si Koldo se había fumado un porro (drogas en Guadalix!) con aquellos proetarras q se colaron en la casa, todo tipo de apaños ilegales y Leo Bassi con un mega altavoz todo el día haciéndoles la puñeta.
Hablando de todo esto me viene a la mente "Un rey golpe a golpe", biografía no autorizada de nuestro monarca, publicada por los mismos, con la que disfruté de lo lindo viendo por escrito todo eso q no se puede publicar. Aún me van a censurar el blog, dejemos el tema (jojojo)
Pero a lo que iba, el Gran Hermano. Ahora mismo estoy en casa esperando q venga Xavi a verlo conmigo, q también lo disfruta de lo lindo. Sólo me falta Ra, tendremos q conformarnos con comentarlo en diferido.
Porque el primer día es el mejor de todos. Sólo por esos videos de presentación ya merece la pena aguantar a todas las Aídas, Marquesas, María Josés e Iñigos del mundo. Para muestra un botón. En el video de presentación de Carla, la negra (perdonen, pero así a bote pronto no puedo ubicarla en la edición de GH correcta), la pobrecita medio huerfanita q era, salía todo el rato con sus compañeras de la residencia de ancianos. Cada imagen iba acompañada del famoso cuadrito del confesionario, q las sufridas compañeras portaban alegremente. Y la última imagen era una de las compañeras, ya entradita en años, y berreando con su mejor acento gallego " A ver si te vas de una vez, que estoy harta de cargar con este cuadro!". Yo me desternillaba de la risa. Igual que cuando el año pasado entró Inma y vimos cómo se maquillaba y que ropas vestía, que aquello no podía ser cierto. Y lo que nos quedaba por ver, cuando empezaran a salir espumarajos endemoniados de esos morros.
Me encantó también la salida de Bea, en el GH de Nicki, y cómo en presencia de Mercedes Milá se cohibía y hablaba como una damisela, como si no la hubiésemos visto segundos antes declarando que se tiraba un pedo donde quisiera, pero dicho de la peor forma posible.
En mi casa es broma habitual fantasear con que en una de estas ediciones yo entro en la casa. Mi madre ya se imagina en el plató, comentando cada jugada con la Milá "Pues sí, Mercedes, le gusta mucho el kalimocho. Fíjate que ya hace años me llamó un día la policía...". Pero eso era antes, porque yo ahora entro en esa casa y al primer berrido de alguien como Bea me quedó calva.
Aissss, grandes momentos que nos ha dado el Gran Hermano. Y grandes personajes, empezando por el Super, Roberto Ontiveros, que ahora siempre acude a los saraos tipo bodas y bautizos de sus hijos putativos. Y que grandes continuaciones, porque quién nos iba a decir que Raquel y Noemí casi se desgracian en un coche, la segunda deja a la primera y se lía con otra que ahora es otro, eh?
Que no acabe nunca Gran Hermano, por dieux.
Homo pontevedresis
Cerca está ya el día de mi vuelta a Barcelona, así que no quería irme sin dedicarle unas palabritas a mi ciudad natal, mi chiripitifláutica ciudad (gracias Gabbo por este epíteto tan acertado).
Pues a lo que iba. Allá donde yo nací, hace hoy (sí, hoy) 24 añitos, el número de desequilibrados por kilómetro cuadrado es muy elevado, teniendo en cuenta que somos un pueblo grande. La gente los conoce por su nombre, habla con ellos, huye de algunos e incluso los hay que protagonizan las portadas del periódico local (bueno, no quiero extenderme, pero el Diario de Pontevedra merecería una entrada aparte). Los hay más entrañables, más misteriosos, más graciosos. Voy a hablaros de unos cuantos que me vienen a la cabeza ahora mismo.
La pandilla de la Plaza de Galicia: éste era su lugar de reunión hace unos años, pero como han podado toda la maleza que poblaba la plaza y han quedado al descubierto se han ido dispersando por la ciudad. Cuando yo iba al instituto siempre me paraba un rato allí con mi ex novio para ver de que estaban discutiendo o que estaban tramando. Allí siempre estaba Ricardo (también llamado Calitró), un pobre alcohólico con una jeringuilla muy poco sutil tatuada en el brazo y que le faltan los dedos al que lo que más le gustaba en el mundo era bailar “la Ventanita del amor”. Allí también estaba siempre Isabel, que era puta y para más inri coja, y que siempre hacía de mediadora en los conflictos de la plaza.
Otro personaje célebre era El Yeti. Digo era porque murió este año, y su muerte ocupó la portada del citado diario. El Yeti era alto como un pino y daba un poco de miedito, pero yo le gustaba bastante porque me decía cosas como “con ese cuerpecito de mierda llegarás lejos”, preciosos piropos como podeis ver, y me leía la mano y todo era fantástico. El Yeti frecuentaba todos los antros de moda, recuerdo una vez que lo encontré meando en el lavabo de un bar, supongo que harto ya de hacer cola. Y otra vez en la que teniendo yo un sarpullido de los míos (esos tan frecuentes últimamente) me aconsejó sabiamente que le echara lejía. Cómo era el Yeti.
Richi era otro borrachín al que llamábamos así por su parecido con Ricardo, pues nunca supimos su nombre. A él le debemos habernos aprendido grandes éxitos de la canción como “Ay quién maneja mi barca, ¡quien!” (poniendo mucho énfasis en ¡quien!, claro) y “Cocinero, cocinero… enciéndeme la candela, y prepara con esmero, un arroz con habichuelas”, mi favorita. Richi siempre aparecía por el campillo y siempre estaba dando traspiés. Se acercaba y lo primero que hacía era ponernos un nombre a cada uno… “Tú Isabel Pantoja, tú Estrellita Castro, tú Marlon Brando…”. Recuerdo una vez que Los Malotes del campillo (Los Malotes son otra institución en mi ciudad) lo retaron a beberse una botella de vino en dos tragos, ¡y vaya si lo consiguió! Menudo era. Pues Richi en uno de estos traspiés, se cayó por las escaleras del campillo y nunca más volvió, aunque se rumorea que está en la Clínica Marescot, que es un poco para enfermos terminales, no supimos nada más y preferimos pensar que está allí cantándole a sus compañeros de enfermedad y no que se descalabró por las escaleras.
Volviendo a las putingas, La Caramono es la más conocida de Pontevedra. Y la más fea del mundo, de ahí su apodo. Es vieja, fea, y mala. Y toda la vida la recuerdo igual. Me acuerdo que siendo bien pequeña, jugando a los globos de agua, se me rompió uno delante de La Caramono, y ésta me dijo, con su mirada más temible “eso te pasa por mirarme”. La Caramono daba mucho juego, sobre cuánto cobraría. Estuvo desaparecida un tiempo, pero alguien dijo hace poco que andaba por ahí, exactamente como siempre.
El protegido de mi madre era un chico q siempre pedía en la misma esquina, siempre con su abrigo negro, siempre encorvadito, con cara de buen chaval. A mi madre le enternecía un montón y lo tenía como su protegido, pero creemos que ella y mucha gente más, porque el chaval sin decir ni pío, se hacía querer. Dejo de ser el protegido de mi madre el día q lo vimos hablar por un móvil. A ese también hace tiempo que no le veo el pelo, y ahora mi madre se busca protegidos temporales, como aquel al que le compró un croissant y se lo hizo cambiar por un bollo de leche.
Muerto en Vida llegó a nosotros una noche, gritando como un descosido y medio desequilibrado, con los ojos maquillados y contándonos su triste historia de amor. Muerto en Vida contaba que había estado muerto clínicamente y que había resucitado, de ahí su nombre, sutiles q somos. Era poeta, y conquistó a algunas de mis amigas, con quienes mantuvo una amistad hasta su trágico final.
Draculín es el personaje más célebre de Pontevedra. Quizá lo conozcais porque sus apariciones en programas de televisión fueron frecuentes, incluído “Sorpresa, Sorpresa”. Como su nombre indica es un vampiro, que bebe sangre y siempre va muy elegantemente vestido de negro, con capa y bastón, y las noches de martes y trece hace algún numerito nocturno. Draculín era bastante respetado como personaje hasta su incursión en el mundo de la música, algo que tuve la oportunidad de escuchar en primicia porque grabó un disco en el estudio de mi ex novio. Su gran éxito se llamaba “Clávame la estaca, Paca”. Sí, sí, como lo oís. Y un coro de vampiresas lo acompañaba cantando “cuando me la vuelves a clavar”. Muy fuerte. Creo que este hit no pasó de la televisión de Galicia, pero oye.
La Mona Lisa era una desequilibrada profesora de arte que no sé muy bien porque protestaba pero acompañaba su protesta con un cuadro de la Gioconda con el que nos persiguió amenazando con partírnoslo en la cabeza al sentirse molesta con nuestras curiosas preguntas infantiles. Me encantaba esta mujer, con sus enormes gafas de pasta y su gorro a juego con el abrigo. Pero que malas pulgas, por dieux.
La Dama de las Camelias es una vieja señora, también llamada la Duquesa de Alba, que viste a la manera decimonónica o más para atrás, si me descuido, con vestidos color pastel, llenos de volantes, puntillas y florituras, pamela a juego, sombrilla de encaje, enormes gafas y preciosos zapatitos. Se dice que era profesora de latín, o de literatura, pero no sé porque le dio un pallá. Es inofensiva y provoca una sonrisa a su paso.
Y seguro que me olvido de un ciento de personajes. Lo mejor de todo es que al parecer en las rutas turíticas por la ciudad, tienen un apartado propio y todo, con lo que los turistas están muy pendientes durante todo el paseo a ver si al doblar una esquina, aparece alguno de ellos. ¡Si es que estamos muy orgullosos de nuestra fauna autóctona!