lunes, 15 de octubre de 2007

La que se avecina

Hoy he visto en el telediario que en una aldea de Pontevedra van a alquilar una casa para evitar así que una familia gitana que tiene dicha vivienda apalabrada se instale en el pueblo. “No somos racistas –dice una señora, muy dignamente- sólo que preferiríamos que gente normal viviera en esa casa”. Han echado cuentas y por el módico precio de 15 € al mes e hipotecándose de por vida podrían evitar que los pobres chachos vivan bajo ese techo. Incluso están dispuestos a pagar más dinero con tal de evitarlo.

En mi edificio tenemos un piso marcado por la mala suerte, el inmediatamente inferior al mío, el 5ºA. Sus inquilinos se iban sucediendo a cada cual peor. El primero que llamó nuestra atención era un pobre esquizofrénico, un locuelo de los de toda la vida que bebía los vientos por mi madre desde la infancia. Pues ese mismo fue el primero que nos tocó en suerte. Y durante unos meses venía a casa para invitarnos a tomar café, preguntando por mi madre. No parecía extrañarle que le dijésemos siempre que estaba de viaje, ya que él respondía “A Grecia, ¿no?”, destino que mi madre visitó hace muchos años. Este locuelo ponía música a todo volumen por las noches para desesperación de Carlitos, al que le coincidía justo debajo de su cuarto. Otro cantar es que mi hermano, espero que contagiado por la locura y llevado por el insomnio, le respondiera botando el balón de baloncesto con rabia. ¡Cómo si mi melómano y locuelo vecino se fuera a enterar! Mi madre lo evitaba utilizando mil recursos, ya que se lo encontraba con frecuencia en nuestra calle, hasta que descubrió que a cada paso él se giraba para comprobar que nadie lo seguía, así que cuando el locuelo miraba hacia atrás, mi madre conseguía hacerle un requiebro. Acabó adquiriendo gran habilidad.

Al cabo de unos meses se fue el locuelo, creo que volvió a casa de su madre o algo así. Cuando por fin empezábamos a respirar tranquilos, llegó Maruxela. Esta chica resulta que es prima lejana mía, ni hecho a propósito, vamos. Se había trasladado a mi edificio desde no sé donde, con su madre. Yo hacía tiempo que le había perdido la pista a Maruxela, tiempo suficiente para que la mujer se hubiera convertido en una yonki de cuidado, que intentara suicidarse repetidas veces y que tomara por norma atracar a todo mi barrio cuando en el edificio le cerraron el grifo, cansados de tanto abuso. Pero es que a pesar de su mala vida, Maruxela seguía siendo una mujerona de dos metros (o eso me parecía a mí) y daba un poco de miedito. Yo miraba las escaleras cada vez que llegaba a casa, no fuera a ser, que una es poquita cosa.

Después llegaron las noticias de que todo el barrio estaba harto de sus sablazos, los suyos y los de su aparentemente resignada madre. En mi edificio querían echarla y no sabían como. Empezaban a surgir rumores sobre el lugar donde ponía el anuncio la dueña del piso y mi hermano echaba cuentas sobre cuánto pagaríamos si alquilásemos el piso entre todos, como los de la aldea esa. Mi hermano creo que quería montar un gimnasio o un jacuzzi vecinal, algo así. Y entonces apareció un día el padre de Maruxela y se la llevó. Y antes de que nos diera tiempo a montar el jacuzzi, entró una italiana de pomposo apellido. Estamos a la espera de descubrir un día que cuece los espaguetis en la bañera o algo así. Y si fuera eso, podríamos darnos con un canto en los dientes.

7 comentarios:

Ra está en la aldea dijo...

... y no olvidemos a la chiflada vecina de nuestro edificio de aquí, la Señora Piñeiro.

Ra está en la aldea dijo...

Por cierto, tienes que poner una presentación de blog bien bonita y personalizada. Si quieres me pongo un rato con el paint y te hago una cabecera de caerte de culo.

Cosmonata dijo...

Piñeiro la que es de tu familia?

C. dijo...

Uf!! Dímelo a mí que lo he experiemntado en carne propia...
Oye, yo también quiero la cabecera esa...

Ra está en la aldea dijo...

Eoooo...
Siempre manejando los hilos en la sombra:

Obligando siempre a actualizar:

Coge el libro más cercano, ve a la página 18 y transcribe la 4º línea.


¿Cual fue la última cosa que viste en la televisión?


Aparte del ruido del ordenador, ¿qué oyes?

¿Cuándo saliste por última vez afuera? ¿Qué has hecho?


¿Qué llevas encima en este momento?

¿Cuándo te reíste por última vez?

¿Qué hay en la pared de la habitación en donde estás?


¿Has visto algo extraño hoy?


¿Cual es la última película que viste?


Si esta noche te conviertes en multimillonario, ¿cual sería la primera cosa que comprarías?


Cuéntanos algo que todavía no sepamos.


¿Te gusta bailar?

¿Cuál sería el nombre que elegirías para tu niña?


¿Cuál sería el nombre que elegirías para tu niño?


¿Te has planteado vivir en el extranjero?


¿Qué te gustaría que Dios te dijera al cruzar las puertas del paraíso?




¿A quién le pasarías este desafío?

Anónimo dijo...

me parece que ves mucha television y no precisamente la mejor ,el nombre de maruxela es muy distinto a lo que tu dices de tu querida vecina

Cosmonata dijo...

Perdona, me estás discutiendo el nombre de mi prima?