lunes, 15 de octubre de 2007

Agosto 2006

10 razones...
...por las que mi viaje a los Balcanes ha sido inolvidable.
• Por la visión del azul cristalino del Adriático desde la intocable muralla de Dubrovnik, jugar al escondite en los sótanos del palacio de Diocleciano en Split, sentirte acogida con todos los honores en Liubliana y asistir al resurgimiento de Sarajevo de sus cenizas en medio de las platerías del cuadrante turco.
• Por conocer a la personificación del mal en forma de niños zagrebinos que intentaron torpemente robarme la riñonera: el cabecilla, un niño con zapatos de baile con los que podría dormir de pie y sus secuaces “el pequeño Ganzúa”, y “el Virus” se dedicaban al pillaje más simplón en la estación de tren. Y nosotras, medio atemorizadas y medio carcajeadas, sólo atinamos a escondernos de ellos detrás de nuestra guía del trotamundos.
• Por poder oír la música del mar en Zadar, literalmente. El Adriático se introducía en unos recovecos especialmente instalados para que el mar, con sus mareas, produjese una suave melodía de chill out marino. Y si en ese momento ves pasar una estrella fugaz, es una pequeña cápsula de felicidad.
• Por lo bello de la comunicación sin palabras, compartiendo las noticias del día y un poco de salchichón con un viejecito bosnio de color amarillo en un viaje de 10 horas en tren Zagreb- Sarajevo.
• Por los champiñones con mantequilla, el cêbabcici de Sarajevo, la mantequilla de Dubrovnik, el Paski sir, el ajvar y los desayunos de Liubliana. O cómo ganar unos kilitos en un interrail.
• Por las aguas del río Neretva, de color verde esmeralda y el maravilloso puente que las cruza en Mostar.
• Por las decisiones de futuro mientras degustas calamares en el margen del río Liublianica y alimentas a un ejército de gorriones a base de patatas fritas.
• Por conocer personajes como Lido, que nos dejó solas en su restaurante por acudir a la llamada obligatoria desde el minarete, por Lidia y sus higos en Sibenik, por Angelo y sus chicos bonitos en Rijeka.
• Porque, después de muchos intentos, después de verlo in situ, por fin entiendo el problema en los Balcanes
• Y finalmente y no por ello menos importante, por mis compañeras de viaje, con sus crujidos, grietas, picaduras de mosquito y bolsas naranja multiuso. Y por un millón de pequeños momentos, imágenes grabadas en las retinas, colores, sabores y sonidos para el recuerdo.
Ya no sufro por amor
No hace ni dos años yo me encontraba desquiciada y llorando por las esquinas por culpa de mi exnovio. Y ahora no puedo decir que me importe un bledo el chaval, pero las cosas han cambiado tanto que ni me lo creo.
Me acuerdo cuando me volví a Barcelona aquellas navidades en las que me juré a mi misma que no volvería a llorar x él (en un momento de lo más "Lo q el viento se llevó" jurando al cielo, súper dramático y con carta de despedida incluída, si es q soy toda una drama queen), que estaba cansada de él, de nosotros si es que quedaba un nosotros y de saber que no ibamos a ningún lado y que nunca iríamos. Se había acabado perder el tiempo y decidí cortar todo tipo de relación con él y hacerlo desaparecer radicalmente de mi vida. Esto conllevó no contestarle al teléfono ni al mail un tiempo y eliminarlo del messenger. Y lo conseguí, vaya sí lo conseguí. Al poco tiempo ya estaba enamorada de otro y lloraba por éste, aunque esta vez de alegría (poco me duró este amor pasajero, sustituído por otro que también me daba quebraderos de cabeza, pero esa es otra historia).
El caso es que conseguí olvidar a mi ex novio, ese EX que todos tenemos. Ese que me duró oficialmente 4 años y tres más que me llevó dejar de sufrir con sus idas y venidas. Y como era algo que entonces me parecía imposible ahora sé que el tiempo todo lo cura (confirmado porque la última vez que lloré recordando todas estas penurias fue de risa). Pero este no es el caso. Yo a lo q iba es cómo cambiamos las personas en poco tiempo. Este exnovio mío y yo nunca nos parecimos demasiado, él siempre fue medio hippie, medio comunista, medio tirado y medio zumbao por los porros (esto es una caricatura exagerada, pobrecito mío), y yo... Pues nada de eso, claro. Pero es q ahora somos polos opuestos (palos opuestos, que diría el Derrick).
El caso es que tras un par de años escasos, después de vivencias totalmente opuestas, él ha terminado siendo un comunista acérrimo y pesado, que cada vez q está conmigo trata de convencerme de cosas q me la refanfinflan y q me entran por un oído y me salen por el otro. Siempre me está buscando las cosquillas y yo, no sé como pero sacando paciencia de donde pensé q ya no me quedaba (mi úlcera lo pagará caro) le dejo hablar y me limito a decir q no tengo ganas de discutir, q es lo q quiere él. Y yo ya estoy cansada.
Y os preguntareis entonces porque seguimos manteniendo este tipo de relación, que sin tener nada de amoroso sigue jodiendo la marrana. Y es lo q me pregunto yo estos días. Pero supongo que una se acostumbra a todo. Y será también que no soy tan asquerosamente capitalista como él dice.

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