lunes, 15 de octubre de 2007

Septiembre 2006

Leonoristas de toda la vida
Hay un nuevo concepto entre los monárquicos acuñado por Rosa Villacastín, que se trata de ser leonorista por convicción, que no por tradición. Este grupúsculo con aires de grandeza, que llegará lejos no quepa duda, me tiene loca desde el primer momento en que lo oí nombrar el mismísimo día en que se anunciaba que Doña Le estaba embarazada de otro pequeño parásito. Ser leonorista, como su nombre indica, es ser partidario del futuro reinado de Doña Leonor, contra viento y marea, a pesar de que el próximo que venga sea un varón, siempre con doña Leonor y la no discriminación monárquica por el sexo.
Creo que soy yo la única que no ha sucumbido a los encantos de la susodicha Leonor y que incluso llega a los extremos de compararla con un león marino (por su graciosa manchita nasal y por su rollizo desarrollo, pero sobre todo lo primero). Creo que esa manchita debe ser la desgracia de Doña Le, esa musa de la escalada social. Me la imagino llorando cada mañana al verle la carita a su inmenso retoño. Tranquila, Doña Le, que haremos un bote todos los españoles para sacarle ese antojillo y aquí no ha pasado nada. Además, que no es fotogénica la niña, por mucho conjuntillo ibicenco que su madre le ponga. Más le valdría preocuparse a ella por su manera de vestir, que ejem, necesitaría otra entrada. No me cae bien Doña Le, por si quedaba alguna duda. Yo siempre fui de Eva Sannum, que me parecía una historia de amor más natural y menos protocolaria. Pero cuando Doña Le se casó con su profesor ya se le vio el plumero...
De todos es sabido mi adoración por los hijos de la Infanta Cristina, sobre todo por el mayor, "el niño que nunca pudo sonreir" y por otro de ellos, el que parece un marciano al que se le salen los tremendos ojazos azules de las órbitas. Y la pequeña, que esa sí que es feúcha, también pelea por entrar en el ránking de mis favoritos.
Poco antes del nacimiento de Leonor, cuando estábamos convencidas de que mediante la selección de embriones el alumbrado sería un varón, teníamos una pequeña porra casera para ver que nombre le pondrían. Teníamos en la manga los nombres asturianos, por si acaso, pero no le dábamos demasiada credibilidad. ¿A dónde íbamos con un rey llamado Pelayo? Sobre todo teniendo ya a Froilán I de Galicia. Creo que lo que más sonaban eran del tipo clásico. Yo votaba por Carlos, creo recordar, y Ra por Jaime, o Fernando, no me acuerdo bien. Sonaban otros como Luis (demasiado francés para mi gusto), incluso Rodrigo (muy literario a la par que evocador). El caso es que nació niña y se llamó Leonor, cosa que nunca hubiéramos imaginado. Pero si se ponen así de complicados, nosotras más. Desde aquí, queda inaugurada la porra del segundo. Al ganador ya veremos que le damos, pero algo le caerá. Yo me mantengo en Carlos si es niño, y si es niña tengo que pensarlo detenidamente. Que haya suerte.
Petit robe noir
Tengo un vestido nuevo, negro y elegante a la par que moderno y estiloso. Un vestido bonitísimo que me hace parecer una mezcla entre Audrey Hepburn y Miércoles Adams, si se pueden conjugar a estas dos damas de alguna manera, y en pelirrojo para más inri. Un vestido que estaba pidiendo a gritos un evento, un acontecimiento social de envergadura en el que poder lucirse en todo su esplendor.
Y el caso es que esta mañana, recién levantadita y con una resaca caballuna motivada por los excesos de las fiestas de la Mercè, me entero de que nos vamos de boda otra vez, pero aquí en Barna, ya que a mi amigo Jose le ha dado por casarse repentinamente, ha vuelto con su ex novio y que se me matrimonian.
Me puse a pensar en esa boda y puede ser la bomba. Es mi primera boda gay, que es algo que hoy en día todo el mundo debe tener en su lista de eventos del año, junto con un fin de semana en un spa y un blanqueado dental.
Los novios se pelean por ser la más diva y la más moderna del lugar, con lo que espero que en el gran día no se tiren los trastos a la cabeza. El tema de los invitados también puede ser motivo de jolgorio, ya que entre sus íntimos se encuentran los personajes más extraños que he visto en mi vida, mucho politoxicómano, algún travesti y un montón de locas, y me los imagino a todos codo con codo con la madre de uno de los novios, que aunque debería estar más que curada de espantos, evidentemente no lo está tanto.
Estoy súper impaciente y a la expectativa. Y muy emocionada.

El Estrella Galicia
Había una vez, hace muchos, muchísimos años, un tren q se llamaba Estrella Galicia y que hacía el recorrido Vigo-Barcelona. Ese tren era súper moderno, veloz y cómodo. Pero con el paso de los años, con la llegada de trenes más modernos, con el AVE, con las nuevas tecnologías, el Estrella Galicia se fue quedando antiguo, casi una reliquia, pero sigue con sus viajes, poquito a poco y sin visos de ser sustituído por otro tren más moderno.
Esta sería la parte poética de la historia. Pero la realidad es que el tren que une Galicia con Cataluña tarda 16 horas en llegar a su destino. Y eso con suerte. Que llegas antes a NY, coñe, que se dice pronto.
Me acuerdo de esta joya de la corona porque esta mañana ha llegado una amiga de Pontevedra después de 20 horas de viaje. Resulta que cuando estaban a punto de salir de Galicia dieron la vuelta porque el tren estaba estropeado. Y me acuerdo de tantas historias en ese tren...
Porque cuando nos vinimos a Barcelona hicimos unos cuantos viajecitos en este tren, antes de que las ofertas de avión cada vez más asequibles nos dieran la posibilidad de no perder un día de nuestra vida metidas en ese tren. He visto de todo en él.
Me acuerdo de una pandilla de un pueblo perdido de Galicia, miembros de las Nuevas Generaciones, que se tragaban todo ese viaje sólo para ir a Crónicas Marcianas y volver a casa. Tal fue el revuelo que montaron en su pueblo, que fueron noticia de la edición local de los periódicos más importantes de Galicia, y se llevaban los recortes cuidadosamente doblados en el bolsillo y se lo enseñaban a todo aquel que quisiera verlo. Esta pandilla mataba las horas haciendo botellón e incluso hubo un escarceo sexual entre una de las chicas y un chico que se iba de interrail, en el vagón de las bicicletas. Que digo yo que menos mal que eran de Nuevas Generaciones éstos...
Me acuerdo de unas señoras catalanas que se llevaban todo un cerdo muerto desde Galicia a su tierra para agasajar a sus familiares, y se pasaron toda la noche acomodando los lacones, los jamones y muriénose de risa.
En otro viaje coincidí con una señora con problemas de incontinencia. Pues resulta que otro de los inconvenientes de este tren es que las puertas de los compartimentos o bien no cierran o no se abren, y esta señora se levantó en medio de la noche para ir al lavabo ( merecen comentario aparte), y al no ser capaz de abrir la puerta, muy resuelta exclamó "bueno, pues yo me meo aquí". Rápidamente nos levantamos todas y la puerta se abrió a la fuerza.
En ese tren hace muchísimo calor. O muchísimo frío. Siempre te sorprende. Nunca hay sitio para las maletas de todos y hay que hacer verdaderos mosaicos para encajarlas todas en ese pequeño habitáculo que llaman compartimento. Y los baños... pues os podeis imaginar. Yo aconsejo ir al baño al salir y aguantar, aguantar todo lo humanamente posible, que sólo son 16 horitas.
El caso es que este verano fui en tren de Zagreb a Sarajevo, durante 10 horas. A mis compañeras de viaje les parecía un tren especialmente tercermundista. A mí me tenía un nosequé familiar, muy familiar. Incluso diría que era más moderno.
Encuentros nocturnos
La vida es un absurdo en el que las situaciones se repiten cíclicamente. Y entonces, después de año y pico, estrenando bragas de la misma tonalidad exacta que aquellas que actuaban mágicamente como imán, nos encontramos de nuevo, sin esperarlo, mi Encantador de serpientes y yo, con el poder que tenía sobre mí atenuado por el tiempo, pero como una señal en el momento justo para que vuelva a lo mío y eche tierra de nuevo encima de lo que enterré hace tiempo, que su momento ya pasó.
"Bragas nuevas, caras nuevas", nuevo leit motiv de la Casa de las Chatungas.
El niño de las antenas
Recuerdo una tarde de resaca, tirada en la cama y con las ventanas abiertas al Paralel, en la que lo oí por primera vez. Primero tímidamente, pero cada vez con más fuerza.
Recuerdo que salí al balcón y no lo encontré, y me pasé muchos meses buscándolo en vano, intentando descubrir desde donde gritaba, desde donde me sacaba de quicio ese niño.
Desde aquel primer día han sido muchas las jornadas en las que lo oía, que ya me estaba volviendo loca ese niño, que hasta pensé por un momento si sólo yo lo oía. Que ya tenía nombre y todo, "el niño de las antenas" (porque al no poder localizarlo para pegarle yo a él cuatro berridos, lo ubicaba en el terrado del edificio de al lado). Día tras día, él no se cansaba y yo no perdía la esperanza de pillarlo por sorpresa y pedirle que se callase, que me molesta, que me rompe los oídos con sus grititos.
Pero hoy todo ha cambiado, de repente. Él sigue gritando, berreando, desgañitándose. Pero ahora resulta que mi niño de las antenas es un loro. Y ya no me molesta que grite, lástima de perder un nombre tan bonito como el que le había puesto.
La audiencia ha decidido...
Impaciente. Expectante. Incluso ansiosa y todo diría yo que estoy porque hoy empieza el nuevo Gran Hermano. Que ya van 8, quien lo iba a decir con aquellos primigenios Granhermanianos que nos provocaron albricias y zapatetas con un par de detallitos relacionados con una pierna por ahi y un bocata de chorizo por allá. Que grande el Big Brother.
Hasta los entresijos de aquel primigenio gran hermano me sabía yo, que de aquella vivía mi (corta) época dorada con el que hoy es mi exnovio y como es muy rebelde y muy revolucionario, y su padre lo era más todavía y estaba abonado a la Ardi Beltza de Pepe Rei, pues me habían dejado para leer un librito sobre todo aquello que las cámaras ocultaban tras la imagen de la sempiterna pecera. Que si Ania era un topo, q si Koldo se había fumado un porro (drogas en Guadalix!) con aquellos proetarras q se colaron en la casa, todo tipo de apaños ilegales y Leo Bassi con un mega altavoz todo el día haciéndoles la puñeta.
Hablando de todo esto me viene a la mente "Un rey golpe a golpe", biografía no autorizada de nuestro monarca, publicada por los mismos, con la que disfruté de lo lindo viendo por escrito todo eso q no se puede publicar. Aún me van a censurar el blog, dejemos el tema (jojojo)
Pero a lo que iba, el Gran Hermano. Ahora mismo estoy en casa esperando q venga Xavi a verlo conmigo, q también lo disfruta de lo lindo. Sólo me falta Ra, tendremos q conformarnos con comentarlo en diferido.
Porque el primer día es el mejor de todos. Sólo por esos videos de presentación ya merece la pena aguantar a todas las Aídas, Marquesas, María Josés e Iñigos del mundo. Para muestra un botón. En el video de presentación de Carla, la negra (perdonen, pero así a bote pronto no puedo ubicarla en la edición de GH correcta), la pobrecita medio huerfanita q era, salía todo el rato con sus compañeras de la residencia de ancianos. Cada imagen iba acompañada del famoso cuadrito del confesionario, q las sufridas compañeras portaban alegremente. Y la última imagen era una de las compañeras, ya entradita en años, y berreando con su mejor acento gallego " A ver si te vas de una vez, que estoy harta de cargar con este cuadro!". Yo me desternillaba de la risa. Igual que cuando el año pasado entró Inma y vimos cómo se maquillaba y que ropas vestía, que aquello no podía ser cierto. Y lo que nos quedaba por ver, cuando empezaran a salir espumarajos endemoniados de esos morros.
Me encantó también la salida de Bea, en el GH de Nicki, y cómo en presencia de Mercedes Milá se cohibía y hablaba como una damisela, como si no la hubiésemos visto segundos antes declarando que se tiraba un pedo donde quisiera, pero dicho de la peor forma posible.
En mi casa es broma habitual fantasear con que en una de estas ediciones yo entro en la casa. Mi madre ya se imagina en el plató, comentando cada jugada con la Milá "Pues sí, Mercedes, le gusta mucho el kalimocho. Fíjate que ya hace años me llamó un día la policía...". Pero eso era antes, porque yo ahora entro en esa casa y al primer berrido de alguien como Bea me quedó calva.
Aissss, grandes momentos que nos ha dado el Gran Hermano. Y grandes personajes, empezando por el Super, Roberto Ontiveros, que ahora siempre acude a los saraos tipo bodas y bautizos de sus hijos putativos. Y que grandes continuaciones, porque quién nos iba a decir que Raquel y Noemí casi se desgracian en un coche, la segunda deja a la primera y se lía con otra que ahora es otro, eh?
Que no acabe nunca Gran Hermano, por dieux.
Homo pontevedresis
Cerca está ya el día de mi vuelta a Barcelona, así que no quería irme sin dedicarle unas palabritas a mi ciudad natal, mi chiripitifláutica ciudad (gracias Gabbo por este epíteto tan acertado).
Pues a lo que iba. Allá donde yo nací, hace hoy (sí, hoy) 24 añitos, el número de desequilibrados por kilómetro cuadrado es muy elevado, teniendo en cuenta que somos un pueblo grande. La gente los conoce por su nombre, habla con ellos, huye de algunos e incluso los hay que protagonizan las portadas del periódico local (bueno, no quiero extenderme, pero el Diario de Pontevedra merecería una entrada aparte). Los hay más entrañables, más misteriosos, más graciosos. Voy a hablaros de unos cuantos que me vienen a la cabeza ahora mismo.
La pandilla de la Plaza de Galicia: éste era su lugar de reunión hace unos años, pero como han podado toda la maleza que poblaba la plaza y han quedado al descubierto se han ido dispersando por la ciudad. Cuando yo iba al instituto siempre me paraba un rato allí con mi ex novio para ver de que estaban discutiendo o que estaban tramando. Allí siempre estaba Ricardo (también llamado Calitró), un pobre alcohólico con una jeringuilla muy poco sutil tatuada en el brazo y que le faltan los dedos al que lo que más le gustaba en el mundo era bailar “la Ventanita del amor”. Allí también estaba siempre Isabel, que era puta y para más inri coja, y que siempre hacía de mediadora en los conflictos de la plaza.
Otro personaje célebre era El Yeti. Digo era porque murió este año, y su muerte ocupó la portada del citado diario. El Yeti era alto como un pino y daba un poco de miedito, pero yo le gustaba bastante porque me decía cosas como “con ese cuerpecito de mierda llegarás lejos”, preciosos piropos como podeis ver, y me leía la mano y todo era fantástico. El Yeti frecuentaba todos los antros de moda, recuerdo una vez que lo encontré meando en el lavabo de un bar, supongo que harto ya de hacer cola. Y otra vez en la que teniendo yo un sarpullido de los míos (esos tan frecuentes últimamente) me aconsejó sabiamente que le echara lejía. Cómo era el Yeti.
Richi era otro borrachín al que llamábamos así por su parecido con Ricardo, pues nunca supimos su nombre. A él le debemos habernos aprendido grandes éxitos de la canción como “Ay quién maneja mi barca, ¡quien!” (poniendo mucho énfasis en ¡quien!, claro) y “Cocinero, cocinero… enciéndeme la candela, y prepara con esmero, un arroz con habichuelas”, mi favorita. Richi siempre aparecía por el campillo y siempre estaba dando traspiés. Se acercaba y lo primero que hacía era ponernos un nombre a cada uno… “Tú Isabel Pantoja, tú Estrellita Castro, tú Marlon Brando…”. Recuerdo una vez que Los Malotes del campillo (Los Malotes son otra institución en mi ciudad) lo retaron a beberse una botella de vino en dos tragos, ¡y vaya si lo consiguió! Menudo era. Pues Richi en uno de estos traspiés, se cayó por las escaleras del campillo y nunca más volvió, aunque se rumorea que está en la Clínica Marescot, que es un poco para enfermos terminales, no supimos nada más y preferimos pensar que está allí cantándole a sus compañeros de enfermedad y no que se descalabró por las escaleras.
Volviendo a las putingas, La Caramono es la más conocida de Pontevedra. Y la más fea del mundo, de ahí su apodo. Es vieja, fea, y mala. Y toda la vida la recuerdo igual. Me acuerdo que siendo bien pequeña, jugando a los globos de agua, se me rompió uno delante de La Caramono, y ésta me dijo, con su mirada más temible “eso te pasa por mirarme”. La Caramono daba mucho juego, sobre cuánto cobraría. Estuvo desaparecida un tiempo, pero alguien dijo hace poco que andaba por ahí, exactamente como siempre.
El protegido de mi madre era un chico q siempre pedía en la misma esquina, siempre con su abrigo negro, siempre encorvadito, con cara de buen chaval. A mi madre le enternecía un montón y lo tenía como su protegido, pero creemos que ella y mucha gente más, porque el chaval sin decir ni pío, se hacía querer. Dejo de ser el protegido de mi madre el día q lo vimos hablar por un móvil. A ese también hace tiempo que no le veo el pelo, y ahora mi madre se busca protegidos temporales, como aquel al que le compró un croissant y se lo hizo cambiar por un bollo de leche.
Muerto en Vida llegó a nosotros una noche, gritando como un descosido y medio desequilibrado, con los ojos maquillados y contándonos su triste historia de amor. Muerto en Vida contaba que había estado muerto clínicamente y que había resucitado, de ahí su nombre, sutiles q somos. Era poeta, y conquistó a algunas de mis amigas, con quienes mantuvo una amistad hasta su trágico final.
Draculín es el personaje más célebre de Pontevedra. Quizá lo conozcais porque sus apariciones en programas de televisión fueron frecuentes, incluído “Sorpresa, Sorpresa”. Como su nombre indica es un vampiro, que bebe sangre y siempre va muy elegantemente vestido de negro, con capa y bastón, y las noches de martes y trece hace algún numerito nocturno. Draculín era bastante respetado como personaje hasta su incursión en el mundo de la música, algo que tuve la oportunidad de escuchar en primicia porque grabó un disco en el estudio de mi ex novio. Su gran éxito se llamaba “Clávame la estaca, Paca”. Sí, sí, como lo oís. Y un coro de vampiresas lo acompañaba cantando “cuando me la vuelves a clavar”. Muy fuerte. Creo que este hit no pasó de la televisión de Galicia, pero oye.
La Mona Lisa era una desequilibrada profesora de arte que no sé muy bien porque protestaba pero acompañaba su protesta con un cuadro de la Gioconda con el que nos persiguió amenazando con partírnoslo en la cabeza al sentirse molesta con nuestras curiosas preguntas infantiles. Me encantaba esta mujer, con sus enormes gafas de pasta y su gorro a juego con el abrigo. Pero que malas pulgas, por dieux.
La Dama de las Camelias es una vieja señora, también llamada la Duquesa de Alba, que viste a la manera decimonónica o más para atrás, si me descuido, con vestidos color pastel, llenos de volantes, puntillas y florituras, pamela a juego, sombrilla de encaje, enormes gafas y preciosos zapatitos. Se dice que era profesora de latín, o de literatura, pero no sé porque le dio un pallá. Es inofensiva y provoca una sonrisa a su paso.
Y seguro que me olvido de un ciento de personajes. Lo mejor de todo es que al parecer en las rutas turíticas por la ciudad, tienen un apartado propio y todo, con lo que los turistas están muy pendientes durante todo el paseo a ver si al doblar una esquina, aparece alguno de ellos. ¡Si es que estamos muy orgullosos de nuestra fauna autóctona!

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