lunes, 15 de octubre de 2007

Noviembre 2006

¿Por qué los hombres tienen pezones?
Esta mañana dominguera la he pasado en el Salón del libro, rodeada de idems por todas partes y reafirmándome en que yo quiero pertenecer a ese mundillo, hacer informes de lectura, fajas para los libros y decidir si un libro se publica porque a mí me da la santa gana de que se publique.
Un par de libros me llamaron la atención, pero yo iba sin un duro y por mucho descuentillo que te aplicaran sigue siendo más barato comprarlos en la FNAC. Uno de ellos era el "Libro de la buena educación", un manual de protocolo que me hubiese gustado regalarle a Ra para que de paso me lo prestara. En él se detallaban todas las normas básicas del protocolo más rancio y he descubierto que acercarse a alguien preguntándole si se acuerda de uno es de mala educación, tomen nota.
Otro era un libro muy curioso y muy chorras, titulado "¿Por qué los hombres tienen pezones?" que respondía a bobadas del tipo qué son los mocos y las legañas, si las ostras son afrodisíacas y la respuesta a la pregunta que da nombre al libro y que si quieren saberlo se lo compran. Es decir, manual de supervivencia intelectual. Estaba justo al lado de uno que llevaba por subtítulo "Cómo acabar con los intelectuales" y que venía acompañado de un test para descubrir si uno mismo era un "intelectualillo" potencial. Sólo leímos la primera pregunta, que era la siguiente:
"Tu primera cita con el amor de tu vida, qué haces?:
A) La llevo a una hamburguesería (algo así tope cutre)
B) Le canto un nosequé que la impresione(opción intelectualilla, entonces yo me retiré)
C) La tomo de la mano (bonita opción que suscribí)
Todos estos libros estaban en el stand del Grup62, que yo pensaba que había sido absorvido ya por Planeta, pero parece que en el último momento han reculado. Debe ser a raiz de la manifestación que tenían montada en las puertas del macroedificio Planeta el pasado jueves, con pancartas que rezaban "Planeta nos compra, Planeta nos estafa" o algo así (perdonen la imprecisón, pero me encontraba en medio de mi examen de conducir y galopando la temible Diagonal). Menudo mundo éste. Ya nos lo avisaron en aquella reunión informativa del Máster en mundo editorial de la que Ra y yo salimos corriendo. Ra sobre todo, porque se había echado momentos antes un producto nuevo de Sephora que aumenta el tamaño de los labios y parecía Carmen de Mairena.
Y un último apunte editorial. Mi ex novio, ese que no ha leído demasiados libros en su vida pero que se cree con el deber de adoctrinarme literariamente entre otras materias, cuando empezamos a salir me aconsejó que leyera un libro que le había marcado mucho en su infancia. Yo, cegada por el amor, lo leí rápidamente. Era un libro que se llamaba "El príncipe de la niebla", y me pareció que debía estar muy bien cuando el lector tiene menos de 12 años. Y ahora acabo de caer en que es uno de los libros que escribió Ruiz Zafón antes del gran éxito de la "Sombre del viento", libro que recomiendo fervientemente. Y ahora que me da como cosa reirme tanto de esa anécdota.
Keith, como Keith Richards
Parece que a a la gente le cuesta hablar de sexo con naturalidad, que les da pudor. Aquí en Casa de las Chatungas es el pan nuestro de cada día; hablamos de sexo al desayunar, viendo la tele, de paseo y en el baño. Hablamos de sexo a todas horas, somos unas machotas. Ya en mi piso de Santiago era un tema muy socorrido, incluso teníamos un metro en el salón (por llamar de alguna manera decente al cuartucho conocido oficialmente como "el zulo") que nos daba mucho juego en este sentido.
Pero creo que mi insensibilidad esta alcanzando cotas peligrosas. Ayer viajé de Manchester a Newcastle sin salir de Barcelona. Ayer me preguntaron si unos besos no habían significado nada para mí y mentí como una bellaca. Y hoy me desperté sintiéndome un vulgar machote, y me pregunto si tendré solución o irremediablemente mi corazón será una piedra para siempre.
10 razones...
por las que "Yo soy la Juani" es absurda, horrorosa y grotesca.

- Porque La Juani es tonta del bote y va de lista y Dani Martín hace de Dani Martín, ya sea en el Canto del loco o como miembro de la Banda del Bate, con lo que lo borda.

- Porque acabas hasta las narices de viva la Juani, de yo soy la Juani y de la puta de la Juani. Y porque el móvil de la Juani es una pesadilla.

- Porque la madre de la Juani se pasa friendo pimientos y cantando "como una ola" y el Jonah sentado en el suelo a lo largo de al menos cuatro días de la vida de la Juani.

- Porque no se sabe cual es la dolencia del padre de la Juani. Sólo sabemos q bebe mucho y q en momentos de locura se echa aceite (o vinagre, no queda claro) por la cabeza.

- Porque la primera noche de juerga en Madrid no sabemos porque las persiguen unos hombretones grandes y peludos. Menos mal que había una oportuna montaña de neumáticos donde esconderse.

- Porque la Juani, poligonera tuja donde las haya, se va a Madrid y de golpe y porrazo, como una Pretty Woman moderna en Fuencarral, se viste y se peina con mucho estilo, rollo HyM. Y no contenta con eso, lo primero q hace es comprarse un collar de Tous, algo incomprensible e incluso intolerable. Pero en cuanto pone un pie en casa, vuelve el tanga por fuera, la falda q se pasa de mini y la barriga al aire (ese look q todos conocemos ya).

- Porque a la Vane le sale todo muy bien, a pesar de ser violada por su novio en casa de sus padres, con éstos en el salón. Llega a Madrid, se hace peluquera, se hace las tetas y se lía con un futbolista. Queremos saber más de la Vane, no de la pesada de la Juani. Nada de "La Juani en Hollywood", como se amenaza, sino "La Vane en Lavapiés".

- Porque la Juani no gana para zapatos, de tanto tirárselos al Jonah, cada vez q el muy capullo le pone los cuernos en el taller con la Nadia. Pero es q la nuez del Jonah es como una polla y todas caen en sus redes irremediablemente.

- Porque en medio de la película te meten, de manera poco sutil, un videoclip de la Mala Rodriguez.

- Porque no paran de salir tetas que no vienen a cuento. Que ya sabemos q vamos a ver una de Bigas Luna, pero tetamen en exceso.

La vida, querida Juani, no es de color de rosa, como tú bien dices.
Antares
La primera vez que fui consciente de los orígenes de mi madre fue en la boda de mi tía, cuando ésta llevaba unas copitas de más y hablaba sin cesar. Mi madre decía que todas las cosas raras que ocurrían en su vida se debían a sus orígenes extraterrestres. Porque mi madre es extraterrestre.
Mi madre es de Antares, la estrella más brillante de la constelación de Escorpio. Yo a mis 13 años no me lo creía, por supuesto, pero las circunstancias me harían dudar con el paso del tiempo. Es una historia preciosa, digna de ser contada.
Antares, a pesar de ser una estrella, tiene vida. Pero es un sitio tan pequeño, tan pequeño, que sus habitantes tienen que abandonarlo y lo hacen con alegría. Porque los antareanos, que así es el gentilicio, lo hacen todo con mucha alegría. Los antareanos, diminutos como pulguitas de playa, son introducidos en pompas de jabón y enviados hacia La Tierra de un soplido.
Mi madre siempre explica que ella estaba flotando por el aire cuando se encontró con una boca gigante. Mi abuela, bostezando desprevenida, se la había tragado. Y sin darse cuenta se había quedado embarazada de una antareana, que empezó a crecer feliz dentro de su tripa.
Los antareanos no comen demasiado. Creo que es porque tienen miedo de que si ocupan demasiado volumen los enviarán a otro planeta. Mi madre se contenta con unas tostaditas y un yogurt, aunque de vez en cuando, si cree que nadie la ve, se zampa un buen pedazo de algo bien dulce. Por esta misma razón, deben buscar su energía en algún lado, y la consiguen fácilmente a base de energía solar. Mi madre se pasa horas tumbada al sol en la playa, sin bañarse ni nada, simplemente cargándose. Y los días de lluvia -y allá donde vivimos son muchos cada año- ella está triste y alicaída, con el cuerpecito dolorido.
Pero hay una cosa a la que no consigo acostumbrarme, por mucho que pasen los años. Lo más parecido al gas que respiran en su estrella, es el ambientador. Cualquier tipo de ambientador, cuanto más fuerte y pestilente mejor.
Desde que conozco la procedencia de mi madre encuentro muchos sitios – desde una guardería hasta un grupo de música folk - que llevan el mismo nombre, Antares. Mi madre dice que es normal, que son muchos.
Para mi es un orgullo tener una madre que no es como las demás, con una visión del mundo completamente distinta a la del resto por el singular hecho de no pertenecer a él. Y me encanta que explique mis problemas mirándome a los ojos y diciéndome “claro, eso es porque tú eres medio antareana”.

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